Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4

467 48 1
                                    

Londres, Inglaterra.

Dentro de la iglesia se escuchaba el canto del coro conformado por niños, mientras por el pasillo entraba el ataúd en donde reposaban los restos de la segunda madre que Meghan Stark tuvo.

Steve se había ofrecido a cargar el ataúd en compañía de otras personas allegadas a la agente.

— Me gustaría invitar a decir unas palabras a Meghan y Sharon, ambas han sido unas hijas para Peggy Carter — mencionó el sacerdote.

Sharon miro con recelo a Meghan al momento en que se levantó, hasta eso tenía que compartir con ella.

— Agradece que te permito pasar — mascullo apenas audible Sharon — tú no eres nada cercano a mi tía.

— Sharon, no es momento — susurró Meghan, algo dolida.

Sin embargo Meghan no quería problemas y dejó que Sharon hablara. Steve y Sam, quien amablemente se ofreció a acompañarlos, miraron eso extrañados.

— Margaret Carter fue conocida como una fundadora de SHIELD — empezó diciendo Sharon — para mi, fue siempre Tia Peggy... recuerdo que tenía una foto en su mesita, al lado de JFK, siempre creí que era algo Cool, era algo difícil de igualar, no me sentía segura diciendo que éramos parientes y no porque sintiera vergüenza, sino porque jamás lograría todo eso.

Meghan sonrió de lado al recordar esa foto.

— Quien es ese señor, tía Peggy.

— Es el presidente de Estados Unidos, amor.

— Guaooo, conoces a mucha gente.

— Un día, serás mejor que yo y lograras superar todo eso, Meg — susurró Peggy mientras le peinaba su cabello.

— No lo creo, tú conoces a muchas personas importantes y yo solo a ti y a Tony, eres como una estrella fugaz, tía Peggy — se rió una pequeña Meghan.

— ¿Por qué una estrella fugaz, cielo? — preguntó la agente Carter riendo.

— Eres algo imposible de igualar, pero algo muy asombroso de ver, yo se que mi mami era grandiosa y hermosa — explicó la pequeña niña — pero quiero ser tan increíble como tú...

Margaret Carter se enterneció al escuchar eso y dejó de peinarla para arroparla entre sus brazos.

— No, de grande serás como tú, una preciosa mujercita, de la que me sentiré muy orgullosa — respondió mostrándole una sonrisa radiante  — es hora de irnos, quiero verte bailar, según me dijo la instructora, eres muy buena y quiero verlo.

Meghan asintió emocionada y se bajó de su regazo para empezar a caminar.

Se le salió una lagrima al recordar eso, y es que Sharon decía la verdad. Peggy Carter era una mujer muy difícil de igualar, pero a Meghan le alegraba y enorgullecía haber sido criada por ella.

Cuando Sharon terminó de hablar, quiso bajarse dando a entender que nadie más hablaría pero el sacerdote invitó a Meghan a hablar.

— Meghan, se que a Peggy le agradaría mucho escucharte.

Meghan lo miro y asintió cortamente.

— Nunca me alcanzará la vida para agradecer el hecho que Margaret Carter me haya criado — empezó diciendo la chica mientras lágrimas escurrían por sus ojos — el dolor que siento en estos momentos... siento que nuevamente perdí a mamá porque eso fue Peggy para mi, todas sus enseñanzas, sus historias con papá, nuestras noches de cuento, sus abrazos, sus consejos...

S T A YDonde viven las historias. Descúbrelo ahora