Recuerdos

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Silencio. Ensordecedor y absoluto silencio.

No se escuchaba nada en esa oscura habitación.

Pequeña, húmeda, antigua, deplorable, entre otros adjetivos calificativos negativas eran palabras adecuadas para describir el estado físico de ese cuarto y de los aires que emanaban del mismo.

No había mucho, por no decir nada que llamase la atención, tan solo unas cuantas cajas viejas, alguna que otra antiquísima máquina de arcade, algunos charcos de agua y la ocasional rata que pasaba por ahí, per que ni siquiera se quedaba en aquella sala por mucho tiempo.

Y, por supuesto, entre todo los vestigios de un pasado pisado, un ser muy peculiar.

Ahí se encontrába él, un particular chico alguna vez dorado, alguna vez amado por sus amigos, alguna vez de renombre en su pequeña ciudad, alguna vez feliz.

Y de alguna manera inexplicable para cualquiera, no estaba muerto.
Seguía vivo, y todavía recordaba su era dorada, cuando todo era feliz.

Comía pizza todos los días, para el almuerzo y para la cena, sorprendía a los de su edad con su guitarra, con su gran talento, le jugaba una que otra broma al personal del restaurante o uno de sus mentores y cada vez que estaba, triste, asustado, herido o simplemente aburrido, él estaba ahí para ser su anclaje, Fredbear, su más que mejor amigo.

En resumidas cuentas, todo era color de rosas hasta que llego aquel día.

Era una fiesta de cumpleaños normal, mesas llenas de comidas y bebidas, adultos sonrientes y niños corriendo por todo el local, todo iba según lo planeado, nada de que preocuparse.

Un grupo de niños, cuatro para ser exactos, se acercó temerariamente al escenario, y tenían a nadie más y nadie menos que al cumpleañero consigo, aunque se notaba de lejos que aquel pobre chico no quería estar allí.

Nadie se dio cuenta de cuando sucedió, pero en tan solo unos instantes, el niño ahora se encontraba en una situación de peligro absoluto.
El grupo de chicos responsables de haber posicionado al menor en esa situación se reía, pues era una simple broma para ellos, hasta que algo salió mal y ya no les pareció gracioso.
Nuevamente, en tan solo instantes ocurrió la desgracia.

El silencio reinó en el local por unos segundos, hasta que la realidad de lo que había ocurrido cayó sobre todos como un balde de agua helada, muy, muy helada.
La reacción de la mayoría fue de pánico, confusión.
Todos estaban sorprendidos, atónitos, nadie sabía que hacer. Fred y Spring estaban paralizados, mudos, lo único que se oía eran los gritos y los pasos acelerados de la gente que no podía decidirse entre alejarse de la grotesca escena o intentar ayudar como pudiesen.

Luego de ese incidente la pizzería cerró, no quedo de otra, ya iban dos muertes de niños relacionadas con su restaurante en un solo año y la situación era incontrolable y el destino de la locación, inevitable.

En tiempo presente, Spring comenzó a sollozar, recordando que tras ese evento, en su mente, antagonizó a su mejor amigo y se alejó de él cuando más se necesitaban entre sí. Recordó que fue separado de Fred más tarde, pero luego su memoria se quedo corta.
Tratar de recordar más allá de esos eventos era como hacerse camino por unas planas y simples llanuras y de repente encontrarse una montaña enorme e imponente, y tras lograr pasarla si siquiera se podía, divisar un interminable lago y una espesa neblina.

El leve gimoteo se tornó en un llanto profundo y desgarrador, que demostraba el dolor y ardor físico y mental que el pobre chico sufría al mantenerse inmovil en el asqueroso suelo de aquella habitación.

Aurum | GoldentrapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora