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     Era el día siguiente, el primero después de que todo hubiera acabado sin previo aviso.

     Seungmin estaba recostado en su cama, abrazando una almohada, y viendo "lilo & stitch" en su laptop que estaba a centímetros de su rostro. Sus ojos estaban hinchados y lucía cansado; su cabello estaba sin peinar y el púrpura ya se estaba yendo, dejando un extraño color rubio en su cabeza.

     A Hyunjin no le gustaba esa película, Seungmin lo supo cuando en vez de disfrutarla con él, se pegó en su celular para ver algo más. Fue la primera vez en que sintió que debía esconder algo que le gustaba, porque pensaba que era inmaduro para su novio. Y ahora que lo pensaba, sentía que quizás había sido eso, que Hyunjin ya no lo quería porque su niño interior estaba demasiado exteriorizado.

     Cada cierto tiempo, Seungmin le daba un vistazo a la pantalla de su celular, lo había puesto en silencio a propósito, creyendo que al desbloquearlo habría mensajes del chico, diciendo que lo sentía y que lo extrañaba, pero no fue así. No había ninguna llamada, ningún mensaje.

     —Voy a tomarlo con calma... —susurró Seungmin.

     Había dejado de tomar atención a su laptop hace un rato, y se arrepintió de que su película favorita se convirtiera en un recuerdo triste, así que la sacó y comenzó a buscar otra, algo que le devolviera la esperanza. Sin embargo, los recuerdos de su exnovio volvieron, como si alguien se hubiera lanzado sobre él.

     Seungmin se estaba mintiendo a sí mismo, no podía tomarlo con calma. Le dolía, sobre todo porque al despertarse no había ningún mensaje de buenos días, no había nadie invitándolo a almorzar, no había nadie diciéndole que lo extrañaba. Hyunjin no estaba diciéndole que lo amaba, y Seungmin sentía que nadie volvería a amarlo.

     El teléfono del departamento sonó en la entrada, y debido a que ninguno de sus dos amigos con los que compartía el lugar estaba allí, se obligó a levantarse para ir a contestar tragándose sus lágrimas.

     —¿Hola? —contestó Seungmin.

     —Hola, ¿Seungmin? —Era la conserje del edificio.

     —Sí, soy yo.

     —Tienes un paquete, ¿quieres bajar a recibirlo o que lo suban?

     Seungmin cerró los ojos y los cubrió con la mano izquierda. Lo había olvidado, ese día se suponía que llegarían dos paquetes que hace unos días significaban la ilusión de ver el rostro de Hyunjin feliz y llenándolo de besos; pero allí de pie, con un conjunto gris deportivo y sin ganas de lavarse el rostro, no significaba más que un sueño roto.

     —¿Puedes ver qué es?

     —Es un pastel.

     El pastel, uno que él mismo había diseñado con cero habilidades para dibujar, y que había hecho reír al chico que lo había atendido, quien además lo rediseñó en su libreta para él, y que estaba seguro de que Hyunjin le sacaría un montón de fotos para subirlo a sus historias.

     —Que suba, por favor. Gracias.

     Seungmin dejó el teléfono en su lugar y pegó su cabeza en el por unos segundos preguntándose qué haría con ese pastel. La idea de tirarlo a la basura era lo que más se repetía en su cabeza, pero no quería hacerlo en realidad, alguien había puesto esfuerzo en hacerlo y adoraba los pasteles de "the compass bakers", había comprado al menos seis y muchas donas de camino a la universidad.

     Poco tiempo después, mientras que Seungmin estaba sentado en la isla de la cocina, observando hacia la ventana que dejaba ver los otros edificios, el timbre sonó. El chico se puso de pie con pesar y respiró hondo, quería evitar ponerse a llorar enfrente del delivery.

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