El mesero que salvó el día.

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Tras caminar por casi cuatro horas, distraída y exhausta, la pelinaranja casi estaba rendida y por caer en cuenta que probablemente nunca encontraría un buen lugar y que moriría de agotamiento en cualquier momento, hasta que su sentido del olfato identificó un aroma delicioso, salado y picante que la regresó a la realidad.

Alzó la mirada y lo que sus ojos encontraron fue como una esperanza tremenda, algo que la hizo suspirar y sentir mucha más hambre de la que ya tenía. Era un restaurante, evidentemente no era un restaurante cinco estrellas, pero era un lugar muy bonito: Con mucha luz, paredes color azul pastel, con muchos cuadros preciosos colgados en las paredes, plantas en cada rincón del lugar... Mesas blancas y amarillas con sillas del mismo color eran ocupadas por alegres personas que conversaban sobre su día a día mientras consumían alimentos que se veían deliciosos a simple vista, el ambiente era tan agradable que impulsó a la pelinaranja a acceder al establecimiento, con el estómago vacío y las esperanzas a tope.

Caminó lentamente, entrando al local, siendo el blanco de miradas de algunos de los comensales que comían ahí debido a su aspecto demacrado y despreocupado, notó que todas las mesas estaban llenas excepto una, sus ojos azules se iluminaron en un dos por tres y justo iba a dirigirse hacia allí cuando fue detenida por un hombre alto, de barba canosa, robusto y lleno de tatuajes que inevitablemente la hizo sentirse intimidada.

—Buen día, señorita. ¿En qué puedo ayudarla?— habló, su voz era grave pero amistosa, sin embargo, tenía una pizca de soberbia que la hizo sentir una ola de incomodidad que sólo demostró con una nerviosa sonrisa, respondiéndole:

—Buen día, señor. Yo... Bueno, quisiera una mesa para uno, acabo de llegar aquí y la verdad es que llevo días sin comer bien...

—Perfecto, pero...— el hombre estaba por responder cuando sintió que alguien lo tomaba por el hombro, capturando tanto su atención como la de la fémina. Al voltearse, el mayor se dio cuenta de que era uno de sus empleados que le sonreía con calma. Joven, delgado, de cabello alborotado y albino, ojos azules profundos y preciosos como el zafiro, como el cielo vespertino, bastante apuesto. Vestido con un uniforme como cualquier otro: Camisa blanca, pantalón y zapatos negros, corbata y un delantal del mismo color, y lo más importante, una bandeja circular que cargaba con las yemas de los dedos de su mano derecha que en ese momento sólo llevaba un par de bebidas, que hicieron que la pelinaranja desviara la mirada, cayendo en cuenta que también se moría de sed.

—Norte, te están llamando por el teléfono, paso para avisarte— dijo. La chica al instante reconoció en su voz una amabilidad y nobleza enormes, al igual que un gran cansancio que suponía era por su jornada laboral. El chico, dándose cuenta de que su jefe y él no estaban solos, cruzó miradas con la joven, haciendo que sonriera de nuevo, dispuesto a atender a una nueva clienta con su mejor cara—. Buen día, chica. En un momento te atiendo, es que hay muchos clientes y estoy algo atareado. Ahí hay una mesa por si quieres ir a sentarte.

—¡Muchísimas gracias! Qué lindo. Y no te preocupes, entiendo que tengas mucho trabajo hoy, las mesas están casi llenas— el semblante amable de ese muchacho albino había causado que la incomodidad de la pelinaranja se esfumara en un abrir y cerrar de ojos, incomodidad que regresó cuando el mayor habló de nuevo:

—Gracias por avisarme, Jack, ahora voy— dijo, asintiendo, haciendo que el mencionado asintiera de vuelta y se retirara a atender la mesa donde tenía que dejar las bebidas que llevaba en la bandeja. El mayor suspiró, sin dejar de ver a la chica, observándola de pies a cabeza, entonces soltó la gota que derramó el vaso—. Puedes ir a sentarte, muchacha, pero una pregunta... ¿Tienes con qué pagar?

Esa pregunta dejó sorprendida y notablemente ofendida a la menor, haciendo que frunciera el ceño y que se cruzara de brazos, convencida que tenía el dinero suficiente incluso para pagar la cuenta de todos los comensales, asintiendo con seguridad.

Urban mistake [Kristanna/Jelsa] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora