¡Arte no, error!

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Todos seguían viendo a quien acababan de encontrar: Una artista sola y desamparada cual persona de la calle.

Cruzaban miradas unos a otros en ratos, sin saber todavía qué hacer a pesar de ya haber pasado casi diez minutos.

En un momento, el líder de grupo se percató de que esa chica desconocida, a pesar de estar bien abrigada, seguía temblando de frío, con lo cual dedujo al instante algo que lo hizo dirigir su mano derecha a la frente de la extraña.

—Madre mía... Chicos, está ardiendo en fiebre— les dijo a sus amigos, siendo sus palabras las primeras que todos habían escuchado en ese rato. El rubio dejó escapar el aire en un pesado suspiro—. ¿Ahora qué hacemos? No podemos dejarla aquí, menos de esta forma y tan enferma como se ve...

El resto de amigos se dedicaron un buen rato a debatir qué podían hacer con "Olaf", todos buscando soluciones que no terminaban de convencer del todo al rubio, todos excepto uno...

—Jack, ¿Tú qué piensas que podríamos hacer?— preguntó Kristoff al único de sus amigos que no había brindado una solución, con la pregunta, todos dirigieron su vista al interrogado, dándose cuenta de que estaba tan en shock que ni siquiera les estaba prestando la más mínima atención. Con su mirada de zafiro fija en la artista durmiendo, seguía sin poder creer lo que veía, sin embargo, todo comenzaba a cobrar sentido...—. ¿Jack?

—¡Jack!— tomando a su amigo de los hombros, Mérida hizo que finalmente el peliblanco saliera de su trance, sobresaltándose ligeramente mientras recorría con la mirada a todos sus amigos.

—¿Qué pasó...?— preguntó el ojiazul algo desorientado, causándoles incertidumbre a sus amigos.

—¿Qué crees que podemos hacer con ella?— volvió a preguntar Kristoff, esta vez recibiendo una respuesta.

—Eh... No lo sé... Tal vez podríamos llevarla con nosotros y darle hospedaje temporal... Sólo en lo que intentamos contactar a algún familiar o amigo suyo.

Con la sugerencia del albino, todo cambió en el grupo, concordando casi al instante con él.

—Oh... ¡Esa es una buena idea!— respondió el líder, sonriendo.

—¡Sí, me parece perfecto!— el siguiente en hablar fue el castaño, al surgirle una duda—. Pero ¿En dónde? Mi mamá no va a dejar que se quede en mi casa...

—En la mía tampoco. Mi casa es pequeña y apenas y cabemos mis padres y yo...— Astrid continuó con esa cadena, negando con la cabeza.

—Tampoco en la mía. Siento que, con lo enferma que está y con lo irritantes que son mis hermanos, van a terminar matándola, a la pobre— Mérida tampoco pudo aceptar el darle hospedaje a aquella chica.

—Entonces hagamos esto: La llevamos a mi casa, le damos ese "hospedaje temporal" y la ayudamos a recuperarse, ¿Qué les parece?— sabiendo a dónde iban sus amigos, el rubio habló de nuevo.

Sus amigos asintieron, accediendo.

—¡Bien!— con cuidado, el chico de ojos de avellana cargó a la enferma artista en sus brazos, tratando de no despertarla—. ¿Podrían ayudarme con sus cosas? Imagino que son esas, las que están en el suelo.

Hipo y Astrid fueron los primeros en ayudar, yendo cada uno a tomar algo de las pertenencias de la chica en apuros. Así, cada uno con algo, la pareja de novios se dirigieron a la camioneta de su amigo, que no tenía los seguros puestos, abriendo la puerta de la cajuela para meter todo.

Posteriormente, todos los amigos se acomodaron todavía más apretados a como estaban antes en el vehículo, recostando a la chica en la parte de atrás junto a cuatro de ellos.

Urban mistake [Kristanna/Jelsa] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora