Incompetencia

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Cumplimentó religiosamente el documento y colocó sobre el mostrador solamente una copia y el bolígrafo. Entonces, cuando la más activa y prepotente de ambas se acercó a tomar los documentos, le indicó que debía dejar también el original ya que era para la empresa. Celia, que no era tonta, fue muy clara y directa.

-Justamente porque es para la empresa me lo quedo yo. No creerás que te lo voy a dar para que lo tires a la basura junto a la copia, ¿verdad? Se entregará a tu superior en cuanto logre hablar con él, y de ésta -las señaló–, no os libráis.

-Usted no puede quedarse con ese documento, señora –indicó la otra.

-Depende. Traed a vuestro superior y lo hablaré con él. ¿O tengo que ir realmente yo a buscarlo por todo el edificio?

Tras decirle que no pensaban llamarlo, Celia tomó las riendas. Se apartó y fue hasta los sillones, sacó su teléfono móvil de empresa y llamó a su secretaria. Hablando bajito le pidió que bajase a la planta principal acompañada del encargado de contratación de personal hasta la fecha y del supervisor responsable de las recepcionistas y que fuesen al mostrador a solicitar un documento que habían dejado allí recientemente.

Pasados unos minutos, salieron del ascensor dos hombres y una mujer, los cuales supuso que debían ser su secretaria y los dos empleados que requería. El trío se dirigió a recepción y parecieron debatir con las recepcionistas, quienes pusieron su mejor cara. Celia, entonces, se acercó.

-Disculpen, ¿alguno de ustedes es jefe de estas dos individuas? –Las señaló con desdén, como ellas tiempo atrás.

-La disculpo por la pregunta, pero no por el tono, señora. Estas empleadas merecen un respeto-. Le indicó uno de los hombres.

-Quizá si ellas me hubiesen respetado a mí hace unos minutos, yo las respetaría ahora a ellas -soltó tranquilamente.

-¿La han tratado irrespetuosamente? –Preguntó la secretaria de Celia, regalando a ambas mujeres una mirada de reproche.

-He esperado a que me atendiesen durante más tiempo del que quisiera, ya que los aromas del champú de la empresa son algo demasiado importante. Después, me han tratado sin respeto alguno, indicándome que atenderme a mí no formaba parte de su trabajo, y encima me han dicho textualmente que la hoja de reclamaciones que he interpuesto les daba igual porque iba contra la empresa y no contra ellas –explicó.

-¡Eso no es así! –Replicó una de ellas disgustada.

-Aquí está la hoja de reclamaciones -movió la hoja sobre el mostrador–. La original se la voy a entregar al responsable de ello, no a ellas, porque no quiero que acabe en la basura.

Los dos varones parecían asombrados, no menos la secretaria. Por un momento, todo fue silencio y miradas nerviosas. Celia, tomó una decisión inmediata, pero iba a necesitar cierto secretismo por parte de aquellas tres personas que no podían darle una respuesta al problema.

-Como no quieren hacer su trabajo -siguió hablando-, creo que deberían despedirlas.

-Eso es demasiado extremo –indicó uno de ellos.

-También el trato que me han dado a mí, y su negativa de buscar a un responsable con un rotundo y textual <<no me da la gana>> –retrucó.

-Pero qué... -Murmuró la secretaria de Celia.

-Despídalas –exigió Celia.

-No podemos hacerlo así, sin más –expuso uno de ellos.

-Esto ha sido un gran agravio, señor. Y los clientes no tenemos porqué tolerar esto. Ya bastante trabajo dedicamos a cada uno de nuestros manuscritos como para que nos vengan a tratar así.

Amor 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora