Capitulo IV

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Noche.

La luna se había levanta en el cielo, el entorno ya se había oscurecido.

La luz de la luna iluminaba los aborrajes, las llamadas de los búhos se escuchaban por todas partes, y además había muchos sonidos de hojas cayendo.

Los silenciosos sonidos del búho pasaron a través del aborraje, navegaron en las hojas, y se dirigieron hacia la zona del césped, y aterrizo en un determinado lugar que era su límite.

Tatachan!

El chillido del metal siendo golpeado fue visible para Shirou, el cual estaba disfrutando del té y unas piezas de pan esta noche mientras miraba al otro pelirrojo hijo de Hefesto golpear al metal con el martillo bola de 32 onzas, dándole forma a un protector brillante de pecho.

"Saca el metal del carbón, lo vas a fatigar si lo olvidas así" Shirou hablo lo suficientemente fuerte como para que Welf lo escuchara a pesar de su trabajo ruidoso.

"Aún le falta, el acero dulce no se ha unido por completo al hierro" Welf contesto casi gritando para que fuera escuchado, no fue por molestia o algo por las palabras del pelirrojo de ojos dorados es solo que tratar el metal no es un trabajo silencioso y muy discreto entre otras profesiones.

Las palabras de Welf se ganaron una ceja alzada mientras miraba en dirección a la forja de carbón a su frente...

"¿Y sabes eso porque lo viste? ¿en qué momento? Desde mi opinión el metal tiene un buen color para comenzar a trabajar, sácalo y dale forma ahora mientras tenga ese color salmón perfecto" Shirou repitió sus palabras, ese protector de pecho podía esperar unos momentos para que el metal pudiera trabajarse antes de que se vuelva inestable e inútil para volver a ser utilizado en un arma.

"Haaa~ Bien, ya voy para allá ¿contento?" Welf se levantó dejando el protector de pecho a un lado para sacar de la forja al metal tomando los guantes para protegerse del calor y dirigirse al yunque para comenzar a darle forma.

"Coloca ladrillos de barro a los lados para que el calor se conserve y no pierdas tiempo encendiendo la fragua de carbón" Shirou volvió a aconsejar al pelirrojo solamente para molestarlo, y por la manera en que Welf le miro de forma dura... lo había logrado formando una sonrisa orgullosa en Shirou.

"....Tch. ¿Por qué sigo hablando contigo?" ahora Welf se sentía ofendido, él ha trabajado en la herrería cerca de 10 años, un tiempo muy superior al del pelirrojo y lo suficiente para casi aspirar a convertirse en un maestro herrero por encima de los hijos de puta arrogantes de Hefesto, cuyos intereses son más en vender que mostrar algo de calidad... y ahora el que se creía que era un solo novato le estaba dando consejos... fue un golpe a su orgullo.

Pero dejaba en claro el por qué la Diosa misma se había convertido en su maestra, Emiya Shirou tenía talento que lo ponía arriba incluso entre todos los hijos de Hefesto.

"Porque eres pésimo dando una buena impresión a los demás, lo que reduce tus amistades a mi...¿y a mí?" Shirou se burló del pelirrojo de cabellos cortos sin dudarlo mientras devoraba la última pieza de pan con su sonrisa perlada dibujada en su rostro

"¿Yo? Lo dice el tipo que se peleó con un miembro de la familia Loki" Eran palabras sensatas desde el punto de vista de Welf, los rumores que había escuchado en la taberna en su desayuno este día hablaban de un pelirrojo con los ojos más curiosos de todos y que en realidad es un herrero... el pelo rojizo no era muy común en Orario, con él, la diosa, y este hombre a su lado a su frente como los modelos más conocidos y cuyo conocimiento se limitaban.

"Así que para eso me invitaste a cenar... y yo pensando que tenías pesadillas y temías pasar la noche solo... pero eres como esos tipos en las calles susurrando a mis espaldas... solo un metiche" Shirou no negó las palabras del pelirrojo, muchos sabían lo que hizo en cuestión de horas... ni la obtención de información en una guerra era tan rápido como la forma en que los chismes se divulgaban.

Escarlata y Amatista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora