Prologo II

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Arco II: El Jardín de Espadas

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Arco II: El Jardín de Espadas



¿Cómo debo decirlo? Este momento de incomodidad que te impedía tomar la palabra debido al temor de ofender a la otra parte era problemático, hasta la fecha no es como si fuera un hombre cuya forma de vida fuera quisquillosa. Ya fueran alimentos o artículos, nunca cuestiono la suma del valor en sí. Ganaba lo suficiente como para comenzar a expandirse en su hogar con un almacén junto a su cuarto de herrería una vez que el invierno terminara. Pero nuevamente... no es lo que gastaba el problema... sino lo que ganaba.

"¿Mmm Hephaestus?" Al final se decidió, aunque comenzara de forma dudosa, el pelirrojo tomo palabra. Llamo a la hermosa divinidad pelirroja frente a su mesa. Que degustaba del desayuno a primera hora de la mañana con complacencia.

"¿Si?" Cuestiono la deidad, deteniendo sus actividades matutinas de cada inicio de la semana. Su único ojo libre alzo la ceja rojiza, frunciéndola como las llanuras volcánicas que expresaba que, dependiendo de su respuesta, ella explotaría en cólera contra él.

"Bueno—Veras, esta semana trabaje 5 días" con solo murmullos, Shirou solo pudo jugar un poco con la cuchara manipulándola como una palanquilla en el plato sobre su mesa, ya estaba comenzando a arrepentirse de usar la lengua—maldito órgano inútil, siempre obrando en su contra.

"¿Y?" Hephaestus se desengancho del tenedor en su mano, tomando la bolsa de cuero que había entregado ella misma para entregarlo a su propietario. El inicio de la semana era la excusa perfecta para un desayuno gratis. Ella conto la suma, moneda por moneda hasta estar conforme con la cantidad entregada al inútil chico problemático.

"Y solo me pagaste tres" Shirou no quería dejar como una idiota a la diosa matrona de su clan artesano, había un respeto dirigido a ella debido a su propia enigmática historia donde fue acogido y tomado como aprendiz.

Dejemos en claro algo, no es un hombre codicioso. Por qué obtener dinero era diverso, pero no sencillo claro. El, al pertenecer a un clan con una divinidad—debía de entregar una debida suma como ofrenda, algo que todos hacían sin importar el dios. Sin embargo, el caso de dioses similares a Hephaustus añadía unos datos extras, iniciando a que no eran principalmente guerreros.

No eran guerreros, ni mucho menos el héroe que derrotara al dragón en los cuentos. No, ellos hacían las espadas y más artículos relacionados con la metalurgia y la artesanía, en cierta forma eran artistas expertos que agraciaban la roca, el metal, el hueso y todo objeto solido entregándole un valor. Por lo que significaba, que ellos trabajaban. Y en palabras de un experto, todo trabajo debe ser recompensado.

Shirou no vendía espadas o armaduras, no tenía permitido hacerlo ya que la diosa se los quedaba. Así de malo es haciéndolos. No, la sencillez en sus obras tomaba forma de cuchillos, ralladores, peladores, tijeras, ollas y sartenes. Y he allí de donde obtenía la otra parte de sus ingresos ignorando sus trabajos privados como viene siendo el caso del Sr. Iason.

Escarlata y Amatista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora