En la gran Seúl tener un lugar seguro se podría decir que es una misión imposible, el solo pensar encontrar un lugar dónde tus poblemas e inquietudes desaparezcan suena como un lejana fantasía.
O eso creía hasta que un día preguntó ¿Cuanto tarda en...
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Al final la lluvia ganó, esta no se detuvo, por lo que llamaron a BeomGyu para que se cerrara el vivero y se dirigiera a la casa de Jin por su helado.
Este se dio cuenta de lo tímidos que se encontraban esos dos, ni siquiera pudo hablarles de un cliente que llegó y lo fastidió porque los dos hombres frente a él parecían dos colegiales enamorados. "Soy la tercera rueda" pensó mientras comía su helado, ambos amigos tomaron un taxi cuando creyeron que era el momento de irse; BeomGyu no perdió tiempo y cuestionó a NamJoon sobre qué había sucedido antes de que él llegara.
NamJoon no pudo evitar la mirada incesante de su amigo, al final terminó de contarle todo con lujo de detalles. BeomGyu se alegro mucho por el castaño; por fin se permite experimentar su primer amor.
No es como si su amigo no haya dado un beso o le haya gustado alguien, pero esos momentos habían sido aleatorios; su primer beso pasó en un juego y nunca se atrevió a confesarse antes; por primera vez se atrevía a dejar llevar sus sentimientos.
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Como de costumbre, NamJoon llegó temprano a la tienda para comenzar a preparar todo lo necesario para ese día. Se sentía mucho más animado de lo habitual y no era un misterio del porque ello, estuvo varias horas sin poder sacar de su mente el beso que recibió de SeokJin; podía jurar que aún lo sentía.
Aunque, junto al recuerdo, no puede evitar recordar lo tímido que se puso después de ello. No evitaba al mayor, no sería tan infantil, pero si comenzaba a tartamudear y ponerse rojo como un tómate, muy probablemente en ese momento también lo estaba.
La campana de la entrada sonó y NamJoon dejó de respirar un segundo pensando en que era SeokJin, pero en la entrada se encontraba BeomGyu arreglando su cabello junto a un casco en su mano— Buenos días.
—Buenos días Gyu —respondió curioso— ¿Desde cuándo tienes motocicleta?
—Aprendí a usarla hace poco, ayer llegó al fin —el castaño se acercó a la entrada y vio el vehículo estacionado, no sabía que su amigo se interesaba en motos—. Cualquier día te doy un paseo en mi bebé, es preciosa y de seguro le agradaras.
