La ayuda

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Dereck:

Cuando acepté ir a aquella fiesta pensaba que mi querida hermana no iría, que solo iría gente que me cayera bien, sin más.

Pasar un buen rato con Evolet y mis amigos, emborracharnos y volver a casa para que a la mañana siguiente tuviéramos una resaca de muerte.

Pero lo que no me imaginaría en un millón de años es que no solo iba mi hermana, sino que además iba la intrusa.

Genial.

Estaba jodido.

Debí imaginarme que Crystal invitaría a Emma a la fiesta, porque además de ser su mejor amiga, hay un rollito entre ellas, aunque Emma no lo quiera aceptar, ya que según ella solo era una amistad, y no iría en serio con ella para que su relación no cambiase.

No me gustaría tener que vigilarlas, pero sabía que aunque ellas fueran a su rollo y yo al mío tenía que estar pendientes de ellas.

O al menos de Emma.

Tenía que hacerlo porque si pasaba algo serio tendría que ser yo quien lo solucionara.

¿Y por qué?

Muy fácil.

Tenía un don con la gente.

Hace como un año, la policía casi arresta a Emma en una fiesta que hicimos en nuestra casa un día que nuestros padres se fueron por un viaje de negocios, se puso tan histérica que casi hizo que la arrestaran, así que tuve que actuar de la mejor manera que supe en el momento, y hablando educadamente y disculpándome por mi hermana, le dejaron libre y lo único que le pusieron fue una multa de cincuenta dólares.

Quedaba media hora para que la fiesta comenzará, así que me dirigí al armario y saqué la ropa que me iba a poner.

Algo muy básico.

Una camiseta blanca y unos pantalones pirata azul marino.

Una vez que me aseguré de estar listo cogí el móvil de la mesita de noche para meterlo en el bolsillo trasero del pantalón y con las mismas echarme la colonia Dior Sauvage que tenía justamente en el escritorio, para después salir de la habitación y así poder irme a la fiesta de una vez por todas.

Al bajar al salón ví que Emma y la intrusa estaban sentadas en el salón teniendo una animada conversación.

Emma llevaba un vestido nuevo que le había comprado Melissa en una tarde que se fueron al centro comercial hace como dos semanas.

Rebeca llevaba un vestido color rojo que se le ajustaba a su cuerpo marcándole las curvas, además le llegaba por encima de las rodillas.

Odiaba decirlo y admitirlo.

Pero estaba guapísima.

Estaban guapísimas.

Al darse cuenta de mi presencia, mi hermana preguntó:

-¿Vas a la fiesta?-

-Sí- Contesté mientras me dirigía a la entrada a coger mis zapatos.

-Pensaba que no eran tus amigos- Recriminó mi hermana.

¡No me jodas hermanita!

Suficientemente encrespado estaba ya para que ahora encima tenga que venir Emma a recordarme que la mayoría de gente que iba a ir no me cae bien.

Pero bueno.

Ya no importaba.

Iba a tener a Evolet, al alcohol y a mi grupo de amigos de forma reducida conmigo.

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