Nada más subir al cuarto de Dereck y cerrar la puerta a mi paso me dí cuenta de que él ya me estaba esperando sentado en su escritorio, estaba escribiendo algo en su ordenador, algo que no pude apreciar bien, ya que nada más verme cerró su ordenador en un golpe fuerte.
- ¿Y bien...? ¿Para qué necesitas mi ayuda? - Pregunté cruzándome de brazos esperando su respuesta.
Giró su silla para estar completamente delante de mí.
-Necesito que me ayudes con algo muy importante, pero no se lo puedes decir a nadie, es un secreto.
- ¿Y eso es...? - Inquirí enarcando las cejas.
Dereck se levantó y se dirigió hacia donde yo estaba, se quedó a unos dos metros de distancia de mí, y con una voz casi audible dijo:
-Quiero que me ayudes a arreglar un coche, más concretamente un Chevrolet Chevelle del setenta.
Lo miré completamente confundida.
De todas las cosas que me esperaba escuchar, esta sin lugar a dudas era la última que me hubiera esperado.
- No sé absolutamente de coches- Me excusé moviendo ligeramente las piernas con nerviosismo.
-No te preocupes por eso, solo tendrías que seguir mis indicaciones, será fácil, además eres mi última opción.
- ¿Nadie más quiere ayudarte? – Cuestioné mirando fijamente su iris color azul
-Evolet odia los coches, y si se mancha las manos lía la tercera guerra mundial, Emma me mandó a la mierda cuando se lo propuse y Marcus no puede, porque tiene que cuidar a su hermano pequeño... Asique si intrusa... Eres mi última opción.
-Pero por qué ese Cheyrelet o como se diga es tan importante?
-Se dice Chevrolet – Dijo marcando mucho el tono cuando mencionó el coche - y es importante porque ese coche lo llevaba mi abuelo cuando era joven, y quiero arreglarlo para poder darle una vuelta, además, es mí modelo de coche favorito desde que tengo memoria.
-En ese caso, ¿Por qué Emma no quiere ayudarte? En el fondo también en su abuelo- Pregunté intentando excusarme de lo que me estaba pidiendo.
Lo siento por Dereck, pero.
No le veía nada interesante a los coches.
En mi humilde opinión las carreras de coches es algo que está preparado para que la gente muera.
¿A quién en su sano juicio se le ocurriría montarse en un trasto que puede llegar a los trescientos kilómetros e intentar adelantar a otras veintidós para ver quién gana?
La gente que estuviera mal de la cabeza.
Y aunque el coche no estuviera preparado para hacer una carrera, (o al menos eso era lo que esperaba) daba igual, los coches siguen sin gustarme.
¿Su entretenimiento era arreglar un coche de antaño?
Pues parecía ser que sí, y me iba a arrastrar a mí a hacerlo.
¿Será por falta de paciencia?
Puede ser, porque un coche no será fácil de arreglar y seguramente nos lleve más tiempo de lo que yo incluso me podría imaginar.
La voz de Dereck me sacó completamente de mi reflexión sobre los coches para responder a la pregunta que anteriormente le había hecho:
-Y yo qué sé... Me dijo que arreglar ese coche sería una pérdida de tiempo y dinero, así que simplemente pasó de largo.
-¿Cuánto tiempo nos llevaría?
Dereck carcajeó y dijo:
-¿No hemos ni empezado y ya me estás pidiendo el tiempo de cuánto puede durar el proceso?
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Storge
RomansaRebeca ha esperado toda su vida para cumplir su mayor sueño. El residir en Estados Unidos y vivir todas aquellas cosas con las que había fantaseado de niña. En la casa donde vive, conoce a Dereck, el hijo de los padres que habían acogido a Rebeca d...