Angela
Estaba muy enfadada. Otra vez se habían metido conmigo en el colegio y otra vez me encontraba llorando por ese motivo. Con rabia, me limpié las lágrimas de mis mejillas y me adentré en lo que a mí personalmente me gusta llamar mi paraíso, también conocido como biblioteca pública. Nada más entrar me acogió el suave sonido de las hojas al pasar y el tecleo de la secretaria, la señora Gutiérrez, una persona mayor, con gafas, collar de perlas y un moño alto cano, la típica bibliotecaria, pero al menos, esta era agradable.
Al pasar a su lado, me dio las buenas tardes y una cálida sonrisa, la cual le correspondí. Entré en la sala de jóvenes-adultos y me dirigí sin pensar a la sección de fantasía, mi vía de escape de este mundo, la lectura, cuanto más fantástica, mejor. Decido leer Harry Potter y el cáliz de fuego, mi libro favorito de la saga sin duda. Me siento en una de las mesas del fondo, la que está más cerca de la ventana y empiezo a leer.
Más tarde, la bibliotecaria se acercó a mí con su sonrisa en la cara como siempre. Como me hubiera gustado tenerla de abuela y hornear con ella galletitas en navidad.
- ¿No quieres nada de comer, cielo? - me dijo amablemente la señora Gutiérrez- casi es hora de merendar, tengo unas galletas muy ricas que me hizo mi nieta, si quieres, te puedo dar algunas.
- Gracias, señora Gutiérrez, me encantaría probar esas galletas. - le dije devolviéndole la sonrisa.
Por curiosidad miré la hora, las cinco y media de la tarde, llevaba allí más de dos horas. Posé el libro en la mesa y me desperecé, tenía los músculos agarrotados de estar tanto tiempo sentada en la silla. Me dirigí a la sala de descanso de los bibliotecarios, allí, la señora Gutiérrez puso un plato con galletitas en la mesa y me invitó a sentarme junto a ella.
- ¿Otra vez leyendo esos libros? ¿Es que no te cansas de leer siempre los mismos? - me dijo para entablar conversación. No me lo dijo a mal, era simple curiosidad, pero es que ella no entendía lo que esos libros significaban para mí, más bien, los libros en general.
-Ay, señora Gutiérrez, como si no me conociera, por si no se había dado cuenta, adoro a Harry Potter – le dije, haciendo un énfasis bien claro en la palabra "adoro"- y a los libros en general, pero a Harry Potter más, aunque he empezado una nueva saga, Cazadores de sombras, no sé si la conoce, es muy buena, la verdad es que los personajes me están encantando, pero no se lo diga a Harry Potter- me llevé el dedo índice a los labios- que si no se pondrá celoso.
La bibliotecaria se rio de mi broma y empezamos a comer en silencio las galletas. Aunque no era un silencio incómodo. Lo que sí que me extrañó fueron las miradas "discretas" hacia la puerta, como si esperara a alguien.
- Sé que no es de mi incumbencia, ¿pero espera usted a alguien? Si quiere me puedo ir, podemos dejar lo de comer galletitas para otro día. – le dije cuando no pude aguantar más y la curiosidad pudo conmigo.
- Oh no, tranquila, no espero a nadie, solo es que me extraña no ver a mi nieto, le gusta mucho los libros, como a ti. Le invité a comer galletas, pero parece que no quiso venir. - dijo con una sonrisa triste en los labios.
Poco después, alguien picó a la puerta y el rostro de la bibliotecaria se iluminó, debía de ser su nieto.
- ¡Adelante! - dijo alegremente.
- Perdón por tardar tanto, abu. Tenía que terminar un trabajo de biología y estudiar para un examen, te iba a avisar, pero no tenía batería en el móvil. Espero que no pensaras que te había abandonado ni nada. – dijo alegremente el nieto de la bibliotecaria.
- Claro que no, sabía que ibas a venir, Zale, nunca faltas a tu palabra. - le mintió la señora Gutiérrez, a mí se me escapó una risita baja por la vil mentira que le acababa de contar.
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Recuerdos escritos en canciones
Teen FictionEs la historia de dos adolescentes normales, uno totalmente perdido y el otro con brújula y mapa, que se conocieron en medio de una tormenta y que buscan la luz al final del túnel. Dos adolescentes que no creen en el para siempre, pero si en el ahor...