Capítulo 5: Say you won't let go- James Arthur

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Angela

¿Cómo se te puede meter en lo más profundo de tu ser alguien a quien conoces de hace poco? Eso era la que me pasaba con Zale, no era que lo necesitara para respirar, no se había convertido en una necesidad básica para mí, no era eso, sino que es ese algo sin el que podría vivir, pero no quiero, el hecho de llevar 1 semanas sin hablarnos no ayuda, que me doliera en el alma no saber de él solo habiendo pasado ese corto tiempo, menos. Desde nuestra cita tan perfecta pero igual de desastrosa a la vez, no lo he vuelto a ver y lo entiendo, por una parte, entiendo que le doliera que la chica que besó se alejara así, a mí también me hubiera afectado, pero que no intentar hablar conmigo en todo este tiempo ya duele. Intenté ponerme en contacto con él, pero siempre había algo que me impedía dar ese paso, un pequeño tirón en el estómago que me hacía pensar que no quería hablar conmigo, así que lo dejé estar, gran error.

Me sentía mal, no debería haberlo rechazado de esa manera, pero mi semana tampoco había sido muy buena.

El día siguiente de la cita estuve haciendo deberes, estudiando y adelantando trabajos, un domingo espectacular, sin duda (nótese la ironía). El lunes...no fue mucho mejor. El resto de la semana, tampoco.

LUNES

La alarma del despertador no quería que siguiera en ese maravilloso sueño en el Zale y yo teníamos esa increíble cita en la cual, yo no salía corriendo después de que él me besara, porque en el mundo de los sueños teníamos todo el tiempo que quisiéramos para hacer todos aquellos imposibles en la realidad. Resignada, me levanté de la cama y bajé a desayunar. Me vestí y todas esas cosas que se hacen para ir al instituto, no estaba yo de buen humor que digamos, así que cuando el grupito de siempre hizo amago de meterse con las burlas rutinarias, no pude más y les dije cuatro cosas bien dichas.

-Mira, maldita rubia de bote, que seas una maldita amargada y que en tu casa la madre que te parió y tu querido papito que te paga de todo para no tener que aguantarte no te hagan caso, no es mi problema, así que cojes tu opinión y a tu panda de estúpidas como tú y os vais a la mierda. ¿Sabes dónde está eso o es demasiado para la media neurona que te queda?

Algo bueno que saqué de todo esto es que al menos no se metieron más conmigo. Cuando llegaron Vicky y Jane les conté lo sucedido rápidamente, pues no faltaba mucho para que llegara el profesor de historia del arte. Las dos me dieron una palmadita en la espalda y me felicitaron por plantarle cara a la rubia de bote esa que me andaba amargando la existencia.

El resto de las clases pasaron tranquilas, sin que las graciosas de turno se metieran conmigo.

Al llegar a casa, comí con mi familia. A ellos también les conté lo sucedido en el instituto y como le planté cara a la rubia ya que ellos lo sabían todo y habían insistido mucho en ir al instituto a presentar una queja contra ella, pero siempre insistía en que lo solucionaría yo sola. Todos estuvieron de acuerdo en que había hecho lo mejor, luego los gemelos entraron en acción y empezaron a contar todas las travesuras que habían hecho y todas las que planeaban hacer. Me extrañó un poco que Sam no les dijera nada, él siempre les daba nuevas ideas de gamberradas, aunque los gemelos tenían suficiente imaginación entre los dos o siempre les contaba historias de cuando él iba al colegio y todo lo que hacía, hoy, sin embargo, se limitó a sonreír cuando los gemelos miraron hacia él para tener su aprobación con las travesuras. Estos días lo había visto un poco de capa caída, ya no era tan activo como antes y no sonreía tanto, estaba empezando a echar de menos a ese hermano pesado que siempre hacía bromas y no paraba de molestarme.

No le di muchas vueltas, seguramente estaba teniendo una semana mala como yo así que decidí darle su espacio. Después de comer y ayudar a recoger, me fui a mi habitación, la ventaja de ser una familia numerosa es que como somos muchos, las tareas de recoger y domésticas en general, se hacen más rápido y son menos, así que en menos de 45 min. ya estaba sentada frente al escritorio haciendo deberes y adelantando trabajos, parecía que no se acababa nunca y todavía las vacaciones de Semana Santa quedaban muy lejos. Agotada, cogí el móvil un momento para ver si me habían escrito, pero no nos vamos a engañar, en realidad miré para ver si me habían escrito mis amigas y él, aunque solo me habían escrito Jane y Vicky para quedar algún día de estos. Me decepcioné un poco, quería hablar con él sobre aquel primer desastroso beso, quería explicarle porque lo rechacé, pero me daba miedo ser la que daba el primer paso y que luego él me rechazara a mí, así que esperé y esperé (lo cual conllevo a una semana de darle vueltas al hecho de porque no nos escribíamos si tampoco era para tanto, pero somos jóvenes y tenemos miedo de salir heridos así que ambos nos limitamos a esperar a que alguno diera el paso). A pesar de la decepción, sí que me emocionó quedar con mis amigas, bueno habían dicho un día de estos, a saber cuando quedábamos, igual tardábamos una semana hasta que nos pusiéramos de acuerdo.

Recuerdos escritos en cancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora