Angela
Todo era perfecto, la comida, el lugar y, sobre todo, la compañía. Durante un largo rato no nos podíamos dejar de mirar el uno al otro. Sentía como su dedo pulgar trazaba círculos sobre la palma de mi mano, no quería que me soltara, nunca. Como dije, todo era perfecto, pero nada en esta vida lo es y me di de cuenta de ello cuando recibí una llamada, más bien, la llamada, que hizo que todo se viniera abajo y sobre todo, lo que Zale y yo tuviésemos. Pero no nos adelantemos, dejarme explicaros todo lo que pasó.
Como había dicho, todo estaba resultando perfecto. No importaba nada más que él y yo en esos momentos, no sabría deciros cuanto tiempo estuvimos mirándonos, así que cuando sonó mi móvil y vi que era mi madre me asusté y mucho. Creía que me había pasado de la hora y que me iba a reñir, ojalá hubiera sido eso, pero nada más descolgar el teléfono y oír el silencio al otro lado de la línea, supe que algo muy grave había pasado ya que mi madre era una persona que no callaba y cuando se enfadaba mucho menos.
-¿Mamá?-le dije con la voz un tanto temblorosa.
-Cielo...- y en ese momento, empezó a llorar desconsoladamente.
Me levanté rápidamente de la manta como si eso fuera a hacer que mi madre dejase de llorar.
-Mamá no llores por favor, dime que está pasando.
Oí un crujido al otro lado de la línea, supuse que alguien le estaba quitando el teléfono para poder hablar conmigo.
-Cariño,-era la voz de mi padre, pero no era su voz de siempre con ese toque de burla, si no más bien todo lo contrario, sonaba ronca como si hubiera estado llorando y eso me afectó todavía más, nunca había visto a mi padre llorar, jamás- es tu hermano, Sam, está gravemente ingresado en la UCI, ¿podrías venir?.
-Si, por supuesto, no tardo nada.
Colgué con mi corazón palpitando fuertemente en el pecho. ¿Sam estaba en la UCI? ¿Por qué, que había pasado? Me giré para mirar a Zale. Su cara estaba teñida por la preocupación y en ese momento fui consciente de todo lo que estaba pasando, así que cuando se levantó sin decir palabra y me abrazó, no pude evitar derrumbarme en sus brazos.
No dejó de abrazarme en ningún momento, tampoco me exigió que le contara nada, solamente se quedó ahí esperando a que me desahogara, se quedó ahí evitando que me rompiera por completo en mil pedazos entre sus brazos. En algún momento, me quedé sin lágrimas, ya no podía llorar más, así que me separé de él y le conté todo lo que sabía, lo cuál no era mucho.
Sin dudarlo, fuimos a su casa y le contamos a sus padres la situación, su padre aceptó de inmediato llevarnos al hospital ya que era de noche y aunque hubiera autobuses era un poco peligroso.
Tenía el corazón latiéndome en la garganta pero al menos Zale no me soltó la mano en ningún momento, mucho menos cuando al llegar a la habitación de mi hermano, lo vi rodeado de tantos cables. En ese momento fui realmente consciente de lo grave que era la situación, como si hasta ese momento no hubiera sido plenamente consciente de lo que estaba pasando. Estuve toda la noche junto a Sam y Zale junto a mí, no me dejó sola ni un minuto por más que le insistiera que volviera a su casa y que descansara, pero sus palabras textuales fueron que no se separaría de mí en ningún momento, que le importaba más yo que dormir las pocas horas que dormiría ya que estaría más angustiado pensando en mí que sería incapaz de dormir.
Mi corazón se derritió en ese momento así que no insistí más, la verdad es que me gustaba que estuviera ahí conmigo a pesar de que mis padres también estuvieran pero mi madre estaba desconsolada y mi padre no se despegaba de su lado al igual que Zale conmigo.
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Recuerdos escritos en canciones
Teen FictionEs la historia de dos adolescentes normales, uno totalmente perdido y el otro con brújula y mapa, que se conocieron en medio de una tormenta y que buscan la luz al final del túnel. Dos adolescentes que no creen en el para siempre, pero si en el ahor...