Angela
¿Estaba nerviosa? Sí. ¿No sabía que ponerme? También. ¿Me he imaginado esta conversación en mi cabeza cientos de veces con cientos de finales distintos? Por favor, ¿a caso lo dudabais?
Al final, decidí ponerme unos pantalones con una camiseta cómodos pero en cierta manera, elegantes. Puede que le mintiera un poco al decirle que no me acordaba donde estaba esa cafetería. Mismamente ese finde había ido con Jane y Vicky a comer chocolate con churros hasta cansarnos, lo cual era difícil, pero no imposible.
Centrándonos en el tema, era una mentira piadosa la cual no se me podía echar en cara. Cuando terminé de prepararme, bajé las escaleras y me despedí de mi familia. Pero obviamente no iba a ser tan fácil, era mi familia.
- ¿Vas a ir así, hija? - me dijo mi madre- Chica por favor que vas a una cita, tienes que ponerte mona.
-Cierto, si yo tuviera una cita de reconciliación con una chica y viene así la dejo plantada- me dijo Sam para molestarme.
-Lo primero, estamos en invierno, hace frío, no pienso ponerme guapa para gustarle a nadie y coger un resfriado. Lo segundo, si eres tan tonto por dejar a una chica plantada por su aspecto hermanito, es que el que no merece la pena eres tú. Dicho esto, me voy a comer un chocolate con churros.
Y me fui.
Estuve esperando un rato en la esquina antes de la cafetería porque por los nervios no me había fijado en la hora que era y había llegado casi media hora antes. Cuando lo vi llegar, tan guapo como siempre, sí señor, mi corazón empezó a latir muy rápido, como si quisiera salirseme del pecho. Espere un minuto más antes de doblar la esquina. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, sentí ese no se que, que no se cuanto dentro de mi, no, si al final Jane iba a tener razón y todo con este chico.
Al verme, en su cara se formó una sonrisa que hizo que su cara se iluminara, era adorable y me encantaba. Lo quería para mí.
Cuando me acerqué a él, no sabía que decir, me había quedado en blanco. Y él también. Durante un rato no hicimos más que mirarnos el uno al otro, como si esta fuera la última vez que nos viéramos y quisiéramos memorizar cada parte del otro. Solamente cuando una ráfaga de viento nos azotó decidimos entrar a la cafetería para no morir de una hipotermia. Importante.
Zale iba delante buscando una mesa vacía. Después de pasar unas cuantas y no sentarnos, me di de cuenta que estaba buscando en la que nos habíamos sentado la otra vez. Cuando la encontró y vio que estaba vacía, aceleró el paso como sí su vida fuera en ello, me reí, me hacía gracia ver como corría para ir a sentarse en nuestra mesa. Cuando el camarero vino a tomarnos nota, pedimos lo mismo que la otra vez, básicamente chocolate con churros.
Esperamos en silencio hasta que nos trajeron lo que habíamos pedido. Era increíble como la primera vez que estuvimos aquí no podíamos dejar de hablar y ahora no éramos capaces de decir una palabra. Hasta que Zale rompió el silencio.
-Vale, esto es absurdo. En silencio no habla la gente. Mira Angela, siento mucho de verdad no haberte escrito, lo intenté una vez, pero no sé, no me salían las palabras así que esperé a que alguno de los dos se dignara a hablarle al otro.
-Te entiendo- suspiré- me pasó lo mismo pero es que ya estaba harta de seguir así, ¿me perdonas?
-Ay Angela, nunca he estado enfadado contigo, dudo que pueda estarlo nunca.
En ese momento, mi corazón se derritió.
- ¿Me perdonas tú a mí por besarte?
-Tranquilo, en serio, no pasa nada.
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Recuerdos escritos en canciones
Teen FictionEs la historia de dos adolescentes normales, uno totalmente perdido y el otro con brújula y mapa, que se conocieron en medio de una tormenta y que buscan la luz al final del túnel. Dos adolescentes que no creen en el para siempre, pero si en el ahor...