Capítulo 208: Hacerle frente al presente

116 24 13
                                    


El sol se asomaba lentamente por las cortinas de mi cuarto. Decidí abrirlas y dejar que la luz entrara a mi cuarto y lo iluminara.

Comencé a cambiarme de ropa, poniéndome un pantalón simple junto a una camisa blanca y encima una ligera casaca delgada que cubría los vendajes que rodeaban mis brazos, los cuales cubrían las líneas negras que habían en estos y que estaban rodeados de la magia de curación de Misha para disminuir el dolor que me provocaban de vez en cuando.

Los protectores de brazos hechos de metal inútil habían sido destruidos y seguramente no haya ningún herrero en el mundo capaz de arreglarlos, por lo que jamás podré volver a usarlos.

Me puse alrededor de mi cuello el pendiente que Misha había estado guardando por mí, en cuyo interior estaban los Silfis en un estado de sueño profundo, según lo que escuche por su parte, ellos han estado así desde antes que fuimos teletransportados a este lugar y a pesar de todo el tiempo que ha pasado ellos siguen sin despertar, sinceramente solo me queda esperar que nada malo les pase.

Mire levemente la habitación, observándola por última vez antes de salir, llevando conmigo la caja en donde estaban los restos de mis protectores de metal inútil y el traje de combate que había sido severamente dañado, aunque era cierto que ya no me servían de nada, eran de los pocos recuerdos que me quedaban de Ayli por lo que decidí quedármelos a pesar de no darles algún uso en el futuro.

Llegue al pasillo de madera y empecé a bajar directamente las escaleras hacia la primera planta totalmente vacía. Eso solo me hizo percatar que ninguna de mis compañeras habían terminado de alistar sus cosas para irnos de este lugar y volver a Arcella. Ellas esperaron a que mi cuerpo se recuperara a un cierto nivel por lo que han pasado más de dos semanas para que pudiera juntar las fuerzas necesarias y caminar por mi cuenta.

Me senté en uno de los muebles del gran salón, mirando con nostalgia el lugar...después de todo se trataba de la cabaña en la que había vivido como el demonio Grey junto a Ayli hace siglos, me sorprendió bastante que este lugar no había cambiado a pesar del tiempo que pasó y sinceramente quería pasar más tiempo aquí, pero si lo hago será más difícil seguir adelante.

Por los minutos que pasaban, pude entender que las chicas iban a demorar quizás un gran tiempo, por lo que decidí tomar una pequeña siesta.

Cerré mis ojos y lentamente deje que mi conciencia flotara en un gran vacío oscuro e interminable el cual ya había sentido varias veces en el pasado.

Cuando sentí que mi mente se estabilizó, abrí mis ojos solo para observar un gran espacio interminable y en donde solo había una simple plataforma, yo estaba sentado encima de una simple silla y al frente mío se encontraba una nostálgica persona.


"Reyra..."  Dije silenciosamente.


Frente a mí se encontraba la diosa que me envió a este mundo después de mi muerte en la tierra, cuyo cabello plateado resaltaba su hermosa piel resplandeciente junto a sus atractivos ojos color amatistas que podían cautivar a cualquiera.

Sabía que este momento llegaría tarde o temprano, por lo que ya me he preparado mentalmente para afrontarlo.


"Mucho tiempo sin vernos ¿No?"  Reyra habló con un rastro de incomodidad en su voz.


¡No me pidas que derrote al Rey Demonio~!(Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora