CAPÍTULO 8

61 7 0
                                    

– No vamos a detenernos, Louis, punto final.

El príncipe siguió sonriendo a la muchedumbre que agitaba banderitas mientras la carroza real avanzaba lentamente por la avenida central de Collyoure.

Todos los años, ciudadanos y turistas acudían a celebrar el Día de la Independencia de la nación, con una plétora de carrozas y alegres disfraces. Ese año la celebración era algo más sombría y muchas carrozas lucían la foto de su hermana.

Eso hacía que Louis quisiera acercarse a su pueblo para compensarlo por la pérdida de Alice. Tras su conversación con Harry, tres noches antes, sabía que tenía que intentar cumplir con sus obligaciones de príncipe.

Y lo estaba haciendo.

Había sido una liberación tomar algunas de las decisiones a las que se había estado resistiendo.

Una de ellas había sido informar a sus artistas de que los ayudaría a encontrar nueva representación cuando su galería cerrara, un mes después. Otra había sido empezar a asistir a reuniones de negocios. La carga de trabajo era intensa, y algunos aspectos del gobierno del país lo confundían, pero tenía la sensación de estar avanzando.

Lentamente.

Avanzaba en todo menos en su relación con la Reyna. Esa misma mañana ella le había dado una charla para que tomara una decisión respecto a los cinco «prospectos», dos mujeres y tres hombres, que era como denominaba a las propuestas de matrimonio político que ella había recibido por él, sin consultarlo.

Louis realmente no estaba listo para aceptar eso. Y con Harry sentado frente a él, sublime con su traje formal, escrutando la multitud, ni siquiera quería pensar en ello.

– Necesito hacer parte del recorrido caminando – dijo el príncipe con una sonrisa templada.

– Por supuesto que no, Louis – Dijo la Reyna mientras saludaba con la cabeza a los asistentes.

– Sé que no es la forma tradicional de recorrer la avenida, pero si voy a gobernar Collyoure no quiero que nuestro pueblo me considere una figura distante. Pasé mucho tiempo en París, apenas me conocen.

– Dile que es demasiado peligroso – su madre miró a Harry.

– La Reyna tiene razón – concedió él –. Nunca es buena idea hacer cambios de última hora al itinerario.

A Louis se le encogió el corazón cuando Harry apoyó a su madre, le pareció una traición. Luego de todos esos días compartido juntos, había disfrutado de su compañía cuando lo escoltaba a las reuniones y agradecía que estuviera a su lado para garantizar su seguridad. Incluso él lo había ayudado cuando no entendía algún concepto financiero.

Pero, sobre todo, disfrutaba cuando se acababa el día y Harry le llevaba una taza de su té favorito sin que tuviera que pedirla. Nadie hacía nada por él sin que tuviera que pedirlo.

– Pero puede hacerse – lo miró con firmeza.

– ¿Por qué te empeñas en desafiarme? – el rostro de la Reyna se tensó.

– No se trata de un desafío, Alteza – insistió Louis –. Si me puede dar una buena razón para que no camine entre nuestra gente, la escucharé.

– Además de que es un cambio en la tradición, es peligroso.

– ¿Por qué no puedo iniciar una nueva tradición?

– Que no, es un riesgo de seguridad.

Louis sabía que tenía razón, pero también que el miedo debilitaba. – ¿Es más importante gobernar con seguridad, madre, o con integridad?

EL GUARDAESPALDAS DEL PRINCÍPE [LS AP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora