Louis llevaba dos semanas en casa y no se acostumbraba a que lo sirvieran y lo siguieran a todas horas.
Se miró en el espejo y se pasó la mano por la cara. Hacía días que no se arreglaba pero la Reyna requería su presencia y tenía que estar perfecto, así que tenía que dejar entrar a su habitación al servicio de barbería para que le quitara la barba de días y le recortara el cabello que ya empezaba a notarse un poco largo. Él odiaba estar en casa.
Odiaba las frías paredes de piedra del palacio que le parecía una prisión.
Apenas había visto a su madre desde su llegada, lo que no era malo, pero había tenido demasiado tiempo para pensar.
El sol de verano que entraba por la larga fila de ventanas góticas hacía que se sintiera mal. El cielo tendría que estar gris, no azul. Su hermanita había muerto. Los deberes reales que siempre había evitado habían recaído ahora en él y no había escapatoria.
Como había dicho su madre, la gente necesitaba esperanza en tiempos tan oscuros. Querían que Louis los sacara de la tristeza que había causado la muerte de la princesa heredera. Además, su madre le había comunicado que estaba enferma.
Algún día, antes de lo que había esperado, sería rey, un pensamiento abrumador. Louis no sabía nada de dirigir una nación. Montones de gente dependiendo de él. Sin embargo, ahora tenía que aprender para preservar el futuro de Collyoure como entidad económicamente viable.
También estaba el problema de su galería. Había estado cerrada durante un mes, pero no había decidido qué hacer con ella. En el fondo, sabía que tendría que cerrarla. Era devastador ver que la vida independiente que había creado para sí se esfumaba.
Luego del servicio de barbería, tomó un baño y se puso un traje.
Controlando la respiración, forzó una sonrisa y entró en la antesala de un despacho. Intentó relajar el rostro mientras Catherine, la secretaria de su madre, abría la puerta. La Reyna estaba tras el enorme escritorio de palisandro. Se veía más pálida y seria de lo normal.
– ¿Querías verme, madre? – le preguntó, intentando que su voz no denotara preocupación.
– Sí, Louis. Siéntate.
– Empiezo a preocuparme – le dijo, mientras se sentaba frente a ella –. ¿Has recibido malas noticias del médico?
– No. He recibido información inquietante del experto en seguridad que te trajo desde Francia.
Harry.
El corazón de Louis dio un brinco. Durante las últimas dos semanas, el jefe de seguridad había llenado su pensamiento antes de dormir y al despertarse. Suspiró.
Tenía que dejar de recordar las horas que habían pasado juntos. El hombre probablemente ni recordaba su nombre. Él en cambio, podía conjurar su imagen e incluso su aroma selvático y masculino. Tanto como si Harry estuviera allí mismo.
– ¿Qué tiene que ver él con nosotros?
Intentó sonar indiferente pero, de repente, temió que su madre supiera que se había acostado con él. Si la prensa publicaba algo así, la salud de la Reyna tal vez no resistiría un escándalo de esa magnitud.
– Tengo que ver con muchas cosas, Alteza.
La voz grave y familiar llenó su cabeza. Tuvo que girar en el asiento para ver a Harry de pie, al otro la de la habitación, cerca de las ventanas.
– Pero en este caso se trata de su seguridad.
Louis admiró sus pantalones negros y su camisa blanca de vestir. Se había cortado el pelo y eso resaltaba su perfecta estructura ósea. La verde mirada del jefe de seguridad recorrió su rostro, deteniéndose en sus labios un instante. El príncipe sintió que lo abrasaba.
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EL GUARDAESPALDAS DEL PRINCÍPE [LS AP]
FanfictionPara proteger al príncipe, Harry Styles tenía que mantener la mente centrada en el trabajo. Pero tras haber compartido una noche de pasión con él, supo que tenía que olvidar sus sentimientos por Louis para cumplir su tarea. Harry era el hombre más a...