CAPÍTULO XI

916 131 38
                                    

LAUREN

—¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? —Pregunto sin bajar el arma, a lo que él me da una pequeña sonrisa y se encoge de hombros.

—Mi nombre es insignificante en toda esta situación. Y respondiendo a la segunda pregunta, digamos que era necesario que supiera quién eres cuando he sido el encargado de secuestrar a tu hija. —Responde simple y yo me tenso, no ha respondido nada concreto.

—¿Para quién trabajas? ¿Por qué la han secuestrado? ¿Qué quieren de mí? —Vuelvo a preguntar y él suspira sonoramente antes de acercarse con lentitud hasta llegar a pocos centímetros. Mi arma ahora queda pegada entre su abdomen y el mío; un solo movimiento en falso y acabo con él.

—No puedo decirte para quien trabajo porque no soy un hombre chismoso. —Dice con cierta burla, que rápidamente es reemplazada por una expresión seria. —Solo te diré que a partir de ahora protejas a tu pequeña con todo lo que tengas. La persona que está detrás de ella no quiere nada de ti, sino que quiere acabar con su vida. —Me estremezco antes su palabras y siento que palidezco.

—¿Por qué querría alguien hacer algo así? —Intento que mi voz no suene temblorosa.

—Desconozco las razones, solo sé que no se detendrá hasta lograr su objetivo, así que cuídala. —Su mirada intensa me recorre el rostro y baja hasta el arma qué hay entre nosotros. —Si me permites, debo irme.

—¿Qué te hace pensar que te dejaré con vida? —Resoplo burlona y él sonríe de lado.

—No vas a matarme. —Asegura y yo tenso la mandíbula.

—¿Por qué me adviertes todo esto? —Él se encoge de hombres mientras comienza a separarse poco a poco de mí.

—Porque no estoy de acuerdo con lo que quiere hacerle a ella.

—¿Te das cuenta de que eres quien la ha secuestrado? ¿Si no estás de acuerdo por qué lo has hecho?—Enarco una ceja y noto como se tensa completamente, tampoco me pasan desapercibidos sus puños cerrados a los costados de su cuerpo.

—Digamos que supe del objetivo apenas hace unas horas. —Dice con desdén.

—¿Secuestras a alguien sin saber para qué? —Bufo y él me mira a los ojos.

—No me pagan por preguntar. —Aparto la mirada y la llevo hasta el tatuaje que hay en su brazo. El rostro de una niña.

—Vete. —Digo y él asiente antes de dar la vuelta hacia la salida.

—Nos volveremos a ver, Lauren. —Dice antes de desaparecer por la puerta delantera.

Camino de vuelta al patio trasero mientras me cuestiono por qué no le disparé, pero es que algo dentro de mí dice que ese hombre puede serme útil más adelante. Ese tatuaje en su brazo me indica que tiene o tuvo una hija, hermana o alguien importante para él, y me da la sensación de que tiene que ver con su desacuerdo respecto el objetivo del secuestro. También me parece muy raro que Antonella haya ocultado tanto tiempo el teléfono sin que se dieran cuenta, y que la hayan dejado sola encerrada en el armario, estoy casi segura de que ha sido él que ha auto saboteado el secuestro.

Regreso por donde vine, y al atravesar la puerta veo a Francesco con Antonella en brazos caminar hasta el enrejado. Los alcanzo antes de que crucen y Antonella me ve.

—¡Mami! —Estira los brazos hacia mí y Francesco me la entrega.

—Mi pequeña... —Digo con una sonrisa temblorosa mientras beso su mejilla. —Vámonos a casa.

Seguimos juntos hasta el enrejado y Francesco es el primero en pasar al otro lado. Comienzo a subir con Antonella enganchada a mi cuello, y al llegar arriba me sujeto con una mano, con la otra ayudo a mi niña para que pase al otro lado y se deje caer en brazos de Francesco. Termino de bajar y nos encaminamos hacia mi auto, donde nos esperan Julián y mis hombres.

Torna a Casa (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora