CAPÍTULO XIV

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DOBLE ACTUALIZACIÓN 2/2

FRANCESCO.

—No, es solo para que veas algo. —Le dice Julián a la vez que abre la puerta, anteriormente desbloqueada, y enciende la luz.

—¡Sospresa! —Gritamos todos a la vez que disparamos los confetis en su dirección. Puedo ver su cara de susto pasar a una de alegría en un segundo.

—¡Feliz cumpleaños, mami! —Antonella corre hacia ella y se lanza a sus brazos.

—Gracias, amor. —Dice emocionada y veo cómo sus ojos se cristalizan. —¿Tú has preparado todo esto?—Le pregunta con una sonrisa tierna y Antonella asiente antes de separarse.

—Sí, papá y yo lo hicimos. —Mi corazón da un vuelco y una sensación de calor me recorre el pecho al escuchar como me ha llamado.

Me ha dicho papá.

Lauren me mira igual de estupefacta que yo y luego baja la vista a nuestra hija que le extiende la bolsa de regalo. La pequeña me hace un gesto con la mano para que me acerque a ellas y lo hago con el corazón en la mano, expectante a la reacción cuando vea los anillos.

—Qué hermoso dibujo, Anto, es perfecto. —Le da un beso en la mejilla al ver el dibujo y luego continúa con la cajita de terciopelo. —¿Y esto que es? —Pregunta curiosa con una sonrisa, una que se congela al ver lo que hay dentro.

—¡Son anillos de familia! —Exclama Antonella dando saltitos y todos emiten un "Awww" por detrás de nosotros.

Lauren levanta la vista hacia mí y yo la desvío incómodo. —Ella ha insistido. —Digo entre una tos falsa.

—¡Pongámonoslos! —Dice nuestra niña a la vez que le quita la cajita a su madre. Toma el anillo más pequeño y me lo da para que se lo ponga. Me agacho y con una sonrisa le coloco el anillo en su anular y le beso la manito. Ella sonríe ampliamente y mira su nuevo anillo con emoción.

Seguido de esto, toma el anillo de su madre y me lo extiende. Yo frunzo el ceño y cuando voy a decirle que el mío es más grande, ella se adelanta.

—Pónselo a mamá. —Demanda y yo trago saliva. Me levanto del suelo y volteo hacia Lauren que me mira nerviosa.

Estiro mi mano para que ella me dé la suya y se forma un denso silencio en toda la sala. Ella extiende su mano y la siento temblorosa, pero no tanto como la mía. Mi corazón late acelerado cuando coloco el anillo en la entrada de su dedo; levanto la vista hacia ella y sin dejar de hacer contacto visual, deslizo la alianza hasta el tope. Tanto que he soñado con el momento en que intercambiáramos alianzas en nuestra boda, y ahora lo estamos haciendo aquí luego de seis años de creer que jamás la volvería a ver. No importa si no nos estamos casando, o la situación en la que estemos, mi pecho se siente igual de especial al hacerlo.

Dejo su mano y ella aparta la vista hacia la alianza que le extiende Antonella. La toma y veo que lee el grabado antes de pedir mi mano, que le entrego sin pensar. Su suave tacto manda señales de electricidad por todo mi cuerpo y el verde intenso de su mirada no se aparta de mis ojos. Desliza la alianza por mi dedo anular y se queda unos segundos de más tomando mi mano. Me odio a mí mismo por reaccionar así, por desear tanto poder acortar la distancia y besarla cuando debería haberla olvidado por completo.

Los aplausos me sacan de la burbuja en la que me tiene atrapado su mirada. Ella suelta mi mano bruscamente y rompemos el contacto visual. Volteo hacia mi pequeña y ella extiende sus manos para abrazarme. La levanto en brazos y acto seguido noto como ella arrastra a Lauren hacia el abrazo de tres. Intento ignorar su cuerpo pegado al mío y el calor que emite mientras dura el momento.

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