[ Ganar o perder recuerdos ]Nada en esta tierra fue originalmente diseñado para detener lo que viene, porque cuando todas las cosas fueron creadas; cada pequeña cosa había sido creada para coexistir. Ni siquiera las criaturas que se crearon de la naturaleza: de las fibras de las aguas, del suelo o del mismo viento, serán capaces de abarcar más de lo debido y luchar libremente contra el peligro que se avecina. Pero le hicieron promesas a su padre, de todos modos, y él a cambio les ofreció una oportunidad.
Aquellos que fueron creados de las estrellas, ellos podrían ser de ayuda para el ángel. Ella había ayudado a su creación, intercediendo una sola vez, en un intento de marcar la diferencia.
Si cierra sus ojos puede ver un par de ojos llenos de estrellas, observándola con admiración. Es un recuerdo de esta tierra, de alguien que se ha ido hace mucho tiempo, alguien que ella no había buscado en el cielo o el infierno jamás, porque durante todo este tiempo no lo recordaba y su existencia era desconocida.
Pero ella no encuentra ninguna de esas criaturas en este lugar tampoco, incluso siendo ahora consciente de ellos. No se han cruzado con ella, y tiene la sensación de que la persona que espera encontrar (inconscientemente); ya no existe. El resto de los magos han olvidado sus promesas, sus palabras se han vuelto vacías, inexistentes en sus memorias, porque mientras los padres hicieron promesas, los hijos se encargaron de enterrarlas en las profundidades del olvido.
Sin embargo, encuentra algo, después de todo. El peligro inminente la llama y la guía. Cuando cree que tendrá que irse de este hospital, queriendo alejarse de ese dolor compartido que emana en cada uno de los ladrillos, pero resulta ser que es guiada a más dolor, no suyo, sino el dolor de alguien más, el de una bruja que ruega silenciosamente por ayuda incluso cuando cree estar segura de que no llegará.
Ella responde a su llamado, porque incluso si su mente no recuerda sus propias promesas, su alma sabe que fueron hechas.
Se siente bien liberar su energía, reconoce que la magia es una extraña parte de su núcleo que se siente familiar una vez que la utiliza. Sin varita, sin espada, sólo con su ser, ella es capaz de defenderse. Pero cuando la energía, pura y divina, se enrosca en esas dos criaturas, ella no es capaz de terminar con sus vidas.
Enfoca toda su atención en la mujer primero. Sus ojos rojos son un charco de sangre maldita. Algo que habían comenzado a desconocer reaparece en ellos; terror. Puede decir con facilidad que ha pasado mucho tiempo desde que se sintió como la presa en lugar del depredador. Lo mismo podría decirse del hombre; un mago en su mayor tiempo, pero la sangre con la maldición de la luna está en todo su ente. Ellos la han hecho daño a la joven bruja, y ese crimen sería punible con la muerte para casi cualquiera que lo juzgara.
—Debía de ser ella —la mujer rezonga—. Cualquiera de ellos, no esto.
No es sólo una mujer. Si sus ojos no habían hecho suficiente para señalarlo, sus colmillos están a la vista para hacer ese trabajo, tienen un aspecto afilado, advirtiendo cuán letales podían ser. Seguramente se ve hermosa de día, pero incluso si la luz del sol no la mata, porque no está destinada a hacerlo, todavía le recuerda su verdadera naturaleza, le recuerda que pertenece a la oscuridad de la noche y no al día.
—No se puede señalar qué hacer a un ángel, mucho menos a un Dios.
Eleva su muñeca, creando una ola invisible frente a ella. No afloja su agarre, pero no es determinado a ser letal.