[ La despedida de Issa ]«Se ha ido», las mismas palabras se repiten en su cabeza. Su pequeña hija ya no está con él.
Sin importar cuánto la llama, ella no responde. Sus ojos permanecen abiertos, pero no hay una pizca de vida en ellos. No hay nada en particular que delate vitalidad, sólo un vacío de lo que hubo alguna vez.
Él toma su mano, pero ésta ya no le devuelve el apretón.
Realmente no quiso dejarla ir. Él quiso aferrarse a ella con todo su ser. Había dedicado su vida a salvarla, y eso jamás podría causarle arrepentimiento. Le habría dado cada pequeña fibra de su vida de poder hacerlo, si ella se lo hubiese pedido, le habría dado lo que fuera, sin importarle la reputación que le quedaba o lo poco que había creado. Pero, incluso entonces, estando al borde la muerte, su hija nunca le habría pedido tal cosa, y Draco había aprendido que la oscuridad no podía sanar a la oscuridad, sólo podía empeorarla.
Draco sólo quiere otro momento, una última sonrisa, un último abrazo. Pero lo que él quiere poco importa, porque el resultado sigue siendo el mismo.
No podría pedir, por más que lo deseara, una última despedida. Su hija había vivido su vida despidiéndose, siempre diciendo adiós y jamás aferrándose a nada por temor a romperlo una vez que se fuera.
La sostuvo en sus brazos y la cargó hasta el hospital de la misma manera en que la había sostenido entre sus brazos cuando vino al mundo siendo sólo una bebé. Tantas cosas han cambiado desde entonces, incluso su amor por ella; ese amor que con los años sólo había crecido.
Estuvo en sus brazos cuando él trató de decir adiós pero no pudo hacerlo, porque deseaba tan desesperadamente que se quedara, y fue incapaz de forzar las palabras a salir de su boca. Esperó que ella lo supiera; el cuánto la amaba y cuánto lo lamentaba.
En el futuro sólo podrá preguntarse qué habría sido de su vida si ella lo hubiese logrado.
Pero ha llegado al punto donde las lágrimas ya no caen. Sus mejillas están frías, como si cada lágrima derramada se hubiera transformado en una capa impenetrable de hielo sobre su piel. A pesar de que su corazón llora, el resto de su cuerpo no sabe cómo lidiar con el dolor.
Se había negado a imaginarse este momento desde que supieron que ella se iría. Jamás quiso preguntarse a sí mismo cómo sería, pero aún así obtuvo una respuesta.
Duele, y desea ser él en su lugar. Podría haber aceptado su propia muerte con la facilidad de un parpadeo. Una facilidad aterradora. Él no había sido una buena persona, había sido terrible durante mucho tiempo. Y por su hija, él habría hecho cualquier cosa por darle una buena oportunidad, no una vida a medias. Cualquier intento deshonroso habría tomado más lo que podría haberle dado, así que él intentó propiamente, trató de hacerlo bien, pero no hizo ninguna diferencia. Perdió.
La pérdida se siente tan similar al miedo.
De repente está aterrorizado de seguir adelante. «De este momento al siguiente, no habrán más días con Issa, sólo existirán días con los recuerdos de ella».
Él no es el único, sin embargo, que ha perdido a alguien en Issa. La pérdida de una hija ha llegado a su esposa, y perder a su nieta ha sido igualmente doloroso para la madre de Draco, aunque no lo ha sido tanto para Lucius Malfoy, no, la pérdida apenas y parecía haber rozado el caparazón frío de su padre. Es a su hijo, Scorpius, a quien su mente se inclinó en pensar ahora, él es todavía inconsciente a la situación de su hermana mayor, y sabe que una vez que se entere, a Scorpius le golpeará la pérdida dolorosamente.