[ Sin ningún lugar al que ir ]Hay un breve momento entre aferrarse a la vida y recobrar la consciencia. Estando medio consciente, con los ojos cerrados, todavía había sido capaz de escuchar los hechizos, y cuando sus ojos se abren, el efecto de todos esos hechizos realizados y las pociones que le habían hecho a beber finalmente llega.
Se despierta de golpe, no lentamente. De haber estado completamente consciente durante su curación habría muerto del dolor. Recordarlo le trae un estallido de pánico. Pero había caído en un sueño profundo después de su proceso de curación, y ahora recobra su conciencia de nuevo.
¿Ha pasado solamente un rato? ¿O han pasado días enteros?
Su cuerpo no le dice nada. Está adolorida, lo cuál es de esperarse, con vendas cubriendo partes aleatorios de su cuerpo que no pudo señalar en este momento, pero no reconoce un dolor en específico cuando todo su cuerpo está tallado en pequeñas partes de ese dolor, por todos lados, en sus huesos, en su carne. Llegando incluso a su mente.
No puede moverse tan bien como quisiera.
Realmente no quiso hacerlo. Ojalá hubiese sido un sueño.
Todo está borroso en su mente, y lo más claro que puede recordar es el dolor. Coloca esfuerzo en tratar de recordar correctamente, cuando le preguntan sobre el incidente. Pero ella no recuerda exactamente cómo había llegado al bosque, probablemente fue curiosidad, no está segura. Sólo recuerda el dolor, en un fondo completamente oscuro, y lo que vino después del dolor que se le infligió.
No es justo, ni lógico. Pero, entonces, ¿cómo podría serlo?
Las lágrimas caen por sus mejillas, sabe que están allí porque sus ojos se nublan y limpian, una y otra vez, pero está tan entumecida que no puede sentirlas deslizarse sobre su piel. No se atreve a mover sus manos, le da miedo darse cuenta de que no puede hacerlo a causa del dolor y el entumecimiento.
Ninguno de sus familiares sabe qué hacer con sus lágrimas. Porque Dominique no llora, Dominique no expresa las emociones delicadas para tratar, sólo el enojo. Por otro lado, Dominique nunca había sido atacada y dañada hasta estar al borde de la muerte. Eso no sucede todos los días, es nuevo para ella también.
Recuerda la sensación de la mano de Albus, mientras el bosque los rodeaba y en el viento se filtraba el miedo. Lo busca con la mirada en la habitación, pero ni él ni Teddy están aquí, aunque eran las últimas personas que recuerda haber visto antes del hospital. Nadie la está tomando de la mano ahora, cree que tienen miedo de lastimarla en el proceso, se da cuenta por la falta de ese toque. Esto, a su vez, le hace darse cuenta de que tan jodida está.
Sus otros primos están aquí. Lily, Rose, Molly, Roxanne, Hugo, James, Fred, también está su hermano, pero sus rostros están todos comprimidos en un alivio mezclado con el mismo tono de tristeza. Lástima.
Después de eso, divisa el rostro de Victoire. Su hermana parece haber llorado más que la propia Dominique. Victoire es hermosa y agraciada, y ningún turno en San Mungo había arruinado su apariencia siempre perfecta. Hasta ahora, eso es. Porque se ve peor de lo que jamás la había visto. Mechones de su cabello caen en una maraña extraña a los costados de su rostro, como si hubiese estado jugando con él sin parar, sus ojos están rojos, contrastan terriblemente con sus ojos azules.
De todos sus parientes presentes, de sus primos y tíos: su hermana, la que jamás la comprendía y la que siempre la contradijo en cada ocasión que pudo hacerlo, sostiene su mano entre las suyas, de forma delicada, pero todavía así la sostiene.