Boys Will be BUGS

Es momento de crecer.

15/04/2020

- Riki, ¿Irás al gimnasio de nuevo? –

Asentí con la cabeza, y mamá suspiró, no era un suspiro de cansancio, pero tampoco estaba muy feliz al respecto.

- No llegues muy tarde, Sunghoon...-

- Vendrá de visita, lo sé. –

Reí levemente, y mamá me miró seria.

- Me preguntó si ya sabías a que Universidad harás trámites. –

- Aún tengo unos meses para pensarlo. –

- Solo cuatro meses. –

- Son suficientes. –

Dejé un beso en su mejilla y caminé hasta el pequeño jardín, miré el ahora enorme arbusto de gardenias y no pude evitar sonreír, porque mi corazón continuaba acelerándose cada que lo miraba.

- ¡Riki! –

Levanté la mirada, mirando el reloj que reposaba en la pared.

- Diablos. –

Cerré el pequeño cuaderno, lanzándolo al interior de la mochila que solía llevar conmigo a todos lados.

- ¡Ya voy mamá! –

- ¡Baja rápido, Sunghoon te está esperando! –

Bajé con rapidez, tropezando de vez en cuando, pero logrando llegar al último escalón en menos de 30 segundos.

- Lo siento. –

Miré a Sunghoon con una sonrisa en el rostro, y él me miró de la misma forma, dejando que sus ojos formaran dos medias lunas.

- ¿En qué momento pasó esto? –

Se acercó a mi riendo, levantando su mano levemente para poder revolver mi cabello de forma amistosa.

- Ahora soy mas alto que tú. –

Dije riendo, y los ojos de Sunghoon me miraron fijamente, dejándome ver lo ofendido que se encontraba.

- Y más grande también, mira tus brazos. –

Era un día especial, sería mi primer día visitando la que sería mi Universidad, había pasado los últimos meses estudiando, por lo que realmente esperaba poder cumplir con la sombra que Sunghoon dejaba día con día en ella.

- ¿Estás nervioso? –

Dijo sin despegar la vista del camino, me limité a suspirar, y él soltó una cálida risa.

- No hay razón para estarlo, mírate, estoy seguro de que el entrenador querrá tenerte en el equipo de la escuela. –

- Aún me da miedo. –

Dije bajito, recordando las desagradables bienvenidas que había tenido a lo largo de la niñez.

- Mamá dijo que dejaste el rugby. –

- Me di cuenta de que no era lo mío. –

Asintió sin decir nada, y por alguna razón comencé a sentir como el ambiente en el auto se volvía cada vez más pesado.

- Riki. –

- Dirás algo que me hará sentir mal ¿cierto? –

Mordí la parte interna de mi mejilla, pero terminé por sonreírle.

- Sólo dilo, ya no tengo 14. Ahora puedo comprenderlo. –

- Yo... Lamento mucho lo de Sunoo. –

Si, era justo lo que imaginaba, dejé salir un pesado suspiro, y mis ojos bajaron hasta encontrarse con mis manos, que jugaban entre ellas con algo de nerviosismo.

- No te disculpes. –

- Eres mi hermanito menor...-

Su voz se escuchaba arrepentida, y mi pecho comenzaba a sentirse cada vez más pesado.

- Y me asustó pensar que uno de mis amigos pudiese lastimarte. –

- Lo sé. -

Dije sin pensarlo demasiado.

- Mamá me lo dijo. –

- Fue bastante egoísta de mi parte, sobre todo sabiendo que también le gustabas. –

Y de nuevo silencio, un silencio que no estaba seguro de querer romper. En el año que Sunoo había sido parte de mi vida había pensado miles de veces en la posibilidad de que esos sentimientos fueran mutuos, y aún después de que se marchara continuaba preguntándome que hubiese pasado si Sunghoon lo hubiese permitido.

- Mamá dijo que lo escribiste todo en un diario. –

- Mamá no es muy buena guardando secretos. –

Dije riendo, buscando aligerar el incómodo ambiente, y al parecer funcionó, porque la sonrisa de Sunghoon volvió a su rostro.

- Así parece. –

Miré a través de la ventana, viendo el enorme jardín de la Universidad.

- Sunghoon... -

Me giré confundido al notar el nombre de la Universidad, uno totalmente desconocido para mí.

- Si no te molesta, me gustaría leerlo algún día. –

Sus ojos se volvieron medias lunas, y yo no pude hacer nada más que asentir confundido. Prometiéndole que podría leerlo cuando quisiera.

- Ven conmigo, quiero mostrarte algo. –

Bajamos del auto, y me sentí intimidado por el enorme edificio frente a mí.

La universidad era enorme, tenía jardines repletos de flores, y las personas parecían demasiado inmersas en sus pensamientos como para notar mi presencia.

- Pensé que te gustaría visitar el jardín principal. –

Sonreí levemente al ver el enorme jardín repleto de margaritas, sintiendo un indescriptible sentimiento de estar en casa.

- ¡Hey Jungwon! –

Un chico de cabello castaño miró a Sunghoon sonriendo, llevaba un suéter café, y frente a él se encontraba un chico de suéter de rombos, casi tan lindo como los que Sunoo solía usar cuando nos encontrábamos en el jardín de la escuela.

El amigo de Sunghoon llamó la atención del contrario, que terminó por girarse con una expresión neutra.

Mi corazón se detuvo, y las mejillas del chico frente a mi se colorearon del rojo más hermoso que había visto nunca, uno similar al de las gardenias que había en le jardín de casa, un tono que jamás podría olvidar.

- Sunoo. –

Sus ojos se abrieron con sorpresa, y pude notar un destello en ellos, un brillo similar al que tenían aquel día que besó mi mejilla.

- Oigan, conduje durante casi dos horas hasta aquí, y saqué a Riki de casa mintiéndole a mamá, al menos podrían abrazarse. –

Bajé la mirada apenado, y la sonrisa de Sunoo logró que mis mejillas se calentaran, ¿Cuánto tiempo había pasado desde que no la veía? El suficiente como para sentir que en este preciso instante mi corazón saldría de mi pecho.

- Yo...-

Llevé mi mano a mi nuca, con temor a hacer algo que pudiese molestarlo.

Sunghoon era un superhéroe, uno que había logrado encontrar a Sunoo incluso cuando yo no había podido hacerlo.

Sunoo era un superhéroe, que por el contrario de Sunghoon era reservado y usaba ropa colorida, era un superhéroe con olor a pay de manzana con canela, que cuidaba de las plantas, y le sonreía a todos. Y en ese preciso instante, mientras sus rosados labios tocaban los míos, me di cuenta de que Sunoo era el superhéroe con el que quería pasar todos los días que me fueran posibles.