CAPÍTULO 37

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Desperté sintiendo un peso sobre mi pecho, Lucia estaba abrazada a mí, durmiendo tranquilamente. ¡Madre mía!, Me volvía loco. Baje mi vista y mire sus lindas piernas, esos shorts cortos que usaba por pijama la hacían ver demasiado sexy.

Una imagen demasiado perfecta.

Mis pervertidos pensamientos fueron interrumpidos cuando sentí que se movió y rápidamente cerré los ojos, fingiendo que estaba dormido, sentí que levantó su cabeza, entonces acarició delicadamente mi mejilla y con uno de sus dedos delineo mis labios, estaba haciendo un gran esfuerzo por no moverme.

-Lo lamento tanto, esto es difícil para mí, toda esta mierda me está matando por dentro, a veces solo quisiera escapar de todo -escuche su voz rota e inmediatamente sentí mi corazón estrujarse, algo así como un punzón en el pecho. -Eres responsable, pero de muchas cosas buenas desde que estás en mi vida -se volvió a recostar sobre mi pecho abrazándome mucho más fuerte -Gracias por estar conmigo.

-En lo bueno, en lo malo y en lo puto peor pequeña -contesté y ella levanto su rostro sorprendida.

-¿Es... escuchaste todo? -preguntó nerviosa.

-Por supuesto -apartó su mirada de mí.

-No deberías escuchar pláticas privadas -se quejó y cubrió su rostro apenada.

-Lo se... pero en tu plática estaba yo, así que tengo todo el derecho de entrometerme.

Retiró sus manos de su rostro, estaba muy ruborizada, al punto que parecía un tomatito.

-Eso está mal -contestó bajito.

-Lo que está mal es que duermas con ese pijama tan sexy que lo único que hace es provocarme -mordí mi labio inconscientemente.

-¿Te gusta? -preguntó fingiendo inocencia.

-Me encanta -contesté sonriendo, ella me devolvió la sonrisa y tomó mi rostro entre sus manos plantandome un beso, dejando una mordida lenta y suave en mi labio inferior.

-Deja de provocarme Sandoval- me quejé y continúe besándola, pero ahora con mayor intensidad. Pasó sus manos por mi cabello atrayéndome más a ella, haciéndome gruñir varias veces. De un momento a otro ella tomó el control, se separó unos segundos para sentarse sobre mi abdomen y volvió a besarme. Yo subía y bajaba mis manos por sus piernas admirando cada centímetro de su piel. -Deberías usar estos pijamas más seguido -dije separandonos por falta de aire.

-Tentadora idea -intentó levantarse y rápidamente reaccioné sujetándola fuerte de su cintura.

-¿A dónde crees que vas? -En un abrir y cerrar de ojos ya estaba sentado. Soltó una risita y la apreté más contra mí enterrando mi nariz en su cuello.

-A darme un baño, si no lo has notado es casi mediodía.

-¿Y? Es sábado cariño, podemos estar en cama todo el día -empecé a besar su cuello sabiendo lo que eso provocaba. Se estremeció al instante y yo sonreí victorioso para mis adentros. Lucia siempre reaccionaba ante mis besos en su cuello y eso no era ningún secreto.

Cómo respuesta me beso con intensidad tomando mi rostro con ambas manos. Comenzó a jugar con el borde de mi camiseta, al sentir la tibia piel de sus manos tocar mi abdomen causó un gran y excitante escalofrío que recorrió todo mi cuerpo.

-Esto sobra -comenzó a subir mi camiseta. Lo dijo con una voz tan sensual que no dude en levantar los brazos para facilitarle la tarea.

Gran error.

-¡Esto no te lo perdono Lucia! -No lo podía creer. Había aprovechado que dejé de sujetar su cintura para escapar de mí. Se había marchado dejándome en la cama con la camisa a medio quitar.

Simplemente se tú mismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora