08. Two

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Los sábados Horacio y Charlotte salían juntos a pasear. A pesar de que aún no tenían mucho dinero, siempre encontraban planes para hacer. Por ejemplo, hacía unos días, el de cresta vio un anuncio en la parada de autobús, en el que anunciaban la entrada gratuita al museo de arte el sábado. 

Y así, ambos terminaron allí esa mañana. Era la primera vez que Horacio visitaba uno, pero pensó que a su madre podría gustarle, y lo cierto era que no se equivocó. Charlotte adoraba pintar, así como también adoraba el arte el general. No tenía muchos conocimientos, porque nunca pudo optar a una formación como tal, había aprendido por sí misma a base de prueba y error. Estar allí le traía sensaciones extrañas pero agradables.

Horacio observaba alrededor, sin entender mucho del tema, pero era más que suficiente la sonrisa de Charlotte y la emoción en sus ojos. La acompañaba a todos lados, paraba en cada cuadro que llamaba su atención, y lo observaba tomándose su tiempo. A ratos estaban en silencio, y otros Charlotte le preguntaba la opinión sobre la pintura en cuestión, y Horacio hacía su mejor esfuerzo por dar una respuesta más allá de un "está bien, supongo", quería que Charlotte supiera que él estaba disfrutando tanto de aquel momento juntos tanto como ella. 

Se sentaron en uno de los asientos que había en una gran sala, Charlotte estaba algo cansada de caminar, por lo que decidieron descansar. En esta había una colección que otro museo había cedido, y frente a ellos había uno de esos cuadros. Horacio alzó la mirada para observarlo, y hasta el momento no entendía por qué la gente se emocionaba con el arte, ahora lo hacía.

Una mujer sentada sobre su cama, observando la ciudad a través de la ventana. La luz de la mañana entraba por esta, y la iluminaba a ella y la pared de detrás. Eran unos colores bonitos, pensó, pero sobre todo, era el sentimiento de la pintura. La soledad que transmitía, a pesar del color, Horacio no podía verlo como otra cosa que triste, porque ella estaba sola, y su mirada tenía algo que le recordó a lo que él mismo veía cuando se miraba al espejo. Sintió que podría ser él quien está ahí, en esa solitud.

Charlotte miró a su hijo, no le molestaba el silencio, pero era su rostro lleno de tristeza que afligió su corazón. Su vista también se posó en el cuadro frente a ellos, y lo entendió todo enseguida. Posó su mano sobre la contraria, el contraste de sus tonos de piel era notorio, así como la diferencia de edad. Su mano se resentía de esta, mientras que la de Horacio, a pesar de lo joven que era, era tosca, llena de heridas y marcas. Las miradas de ambos se encontraron, y Charlotte trató de sonreír de la forma más sincera que pudo.

-Seguro que no está sola.- Comentó, y vio la sorpresa en el rostro de Horacio.- A veces pensamos que estamos solos, y nos sentimos así, pero no lo estamos. No estás solo, cielo... Sé que esto es duro, y que mi memoria no ayuda mucho a que te sientas acompañado... Pero yo estoy a tu lado ¿Vale? Siempre, siempre.

Los ojos verdes de Horacio se llenaron de lágrimas, y Charlotte llevó su diestra a su rostro, para colmar de caricias su mejilla, intentando impedir así que las lágrimas cayeran.

-Sé que te esfuerzas mucho.- Continuó, al no recibir respuesta verbal de Horacio.- Y sé que todo lo haces para ayudarme... Me gustaría poder hacer más por ti, me gustaría poder recordar tantas cosas, de ti, de mí, de nosotros... Pero no importa cuántas cosas olvide, porque siempre recuerdo lo mucho que te quiero, y lo orgullosa que estoy de ti. Y yo a veces te veo, y sé que estás pasando por momentos difíciles, pero no hablas de ello, y sé que es para no preocuparme... Pero también sé que eres mi niño, y yo soy tu madre, y estoy aquí para ti, ambos estamos haciendo lo mejor que podemos, todo saldrá bien ¿Vale?

Las lágrimas cayeron finalmente y no cesaron, sino al contrario. Horacio se abrazó a su madre con fuerza, como el náufrago que se aferra a un salvavidas. Charlotte acarició su espalda con delicadeza y mimo, dejando que Horacio llorara todo lo que debía, le escuchaba murmurar lo mucho que lo sentía, y lo mucha que la quería.

When you're gone - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora