13. Wanna stay

456 46 0
                                    

Había pasado casi una semana desde el reencuentro que el ruso y el ex director del FBI habían tenido. Una semana en la que se habían enviado mensajes y llamado a altas horas de la noche (porque sus horarios les hacían imposible el verse). Horacio no negaría que se sentía casi en una nube, pero lo que más deseaba era poder estar con Volkov, sentía el anhelo de volver a una convivencia con él, pero creía que tal vez era demasiado pronto.

Cuando hablaba con él, sus preocupaciones dejaban de tener importancia, y solo era él y la voz del ruso envolviéndole como un suave manto. A veces se preguntaba si podía ser real querer tanto a alguien, si estar tan enamorado, por más años que pasaran, era algo habitual. Desde que trabajaban en la comisaría de Conway no había dejado de suspirar por él, y las fotos que, por desgracia para el de cresta, Volkov había encontrado de sí mismo en esa época, lo corroboran. Era un amor más inocente, menos maduro, más espontaneo, pero siempre vio más allá de la capa de hielo de Volkov. Donde el resto veía seriedad, frialdad y arrogancia, Horacio veía una persona que escondía su verdadera naturaleza, una más amable, más permisiva. Donde los demás solo recibían miradas despectivas, él recibió abrazos y palabras suaves. Tal vez idealizaba mucho aquella época, porque su mente le encargaba de recordarle que Volkov no fue siempre así con él, pero no podía evitar la nostalgia que se instauraba en la boca de su estómago.

Aquella mañana de jueves, como siempre, Horacio desayunaba junto a Charlotte, pero esta vez estaba distraído con su teléfono, respondiendo mensajes que el ruso le había enviado. La rubia bebía su leche con cacao mientras no despegaba la vista de su hijo. Sus ojos claros repasaban el rostro del moreno, que intentaba esconder una sonrisa tras la taza de café. 

-¿Con quién hablas tanto? ¿Es alguien del trabajo?- Preguntó fingiendo algo de desinterés, restando importancia al asunto.

En realidad moría de ganas por saberlo, porque si tenía esa sonrisa, debía ser algo bueno.

Fue entonces que Horacio recordó que no se lo había dicho a su madre. Entre toda la emoción y las horas de trabajo, lo había mantenido para sí mismo, sin compartirlo con ella.

-Pues... No te lo vas a creer pero...- Se mordió el labio inferior, tratando de contenerse.- Volví a encontrarme con Volkov.

Charlotte dejó en la encimera su taza ya abrió los ojos en expresión de sorpresa.

-¿De verdad? ¡Eso es genial, cariño! ¿Cómo os encontrasteis de nuevo?- Preguntó, poniendo toda su atención en Horacio.

Este rememoró una de las conversaciones que tuvo recientemente con Volkov. Porque quería saber por qué andaba con gente como Mamedov, que buscaba meter a gente en algo que parecía bastante fraudulento. Volkov le confesó que lo hacía porque pensó que él se acabaría interesando en el negocio, del mismo modo que lo hizo con otras estafas en el pasado. Horacio quiso hacerse el ofendido, pero el contrario tenía razón, le encantaba husmear en estas cosas a sabiendas de que eran una estafa, por lo que solo pudo atinar a contestar "cómo me conoces, perro."

-Él vino a buscarme y, bueno... supo encontrarme.- No quería dar muchos más detalles. No quería decirle que había asistido a una reunión de un negocio de dudosa legalidad, y mucho menos que Volkov le había ido a buscar principalmente porque sus vidas corren peligro. Charlotte no tenía por qué sufrir más de la cuenta.

-¡Ay, cielo, eso es genial! Oye, oye ¿Y si lo invitas a casa a cenar? Que yo lo quiero conocer.- Pidió con unos ojos brillantes e ilusionados.

-Le-le preguntaré si quiere pasarse mañana ¿Te parece bien?

Charlotte asintió repetidas veces y dejó su lugar para ir a abrazar a Horacio. Este no podía negar que algo de vergüenza sentía, porque su madre sabía lo mucho que él había significado, y temía que hiciera alguna pregunta de más. Pero también sentía  emoción de que las dos personas más importantes para él pudieran conocerse.

When you're gone - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora