Capítulo 3

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Respiro profundo llenando sus pulmones con ese aire fresco y puro que esperaba volver a sentir más adelante. Apenas salió del bosque, todos los nervios que recorrían su cuerpo habían desaparecido por completo, ahora se sentía lista para la aventura. A su lado revoloteaba Pietro, observando a la distancia los posibles peligros, era su trabajo y su misión recomendar a su querida amiga las rutas mas seguras para ese largo viaje de varios días hacia la mesa de piedra en donde Aslan estaba reuniendo ya sus tropas.

— Tomaremos un pequeño descanso en el río y continuaremos hacia el puente de piedra y mañana continuaremos hacia Beruna. -Dijo Pietro quien ahora había tomado el mando.

— Pequeño bribón. – Susurro entre risas ante las ordenes que su amigo daba con total confianza. – Lo que ordene Señor.

Y así luego de caminar por varias horas entre roqueríos y caminos estrechos que no conocía del todo bien y gracias a la nieve que comenzaba a volverse mas densa a medida que se alejaban mas y mas del bosque. De vez en cuando Elianne observaba tras de si para ver la punta de los grandes arboles perderse poco a poco. Los colores verdes de su hogar comenzaban a ser reemplazados por blanca nieve que cubría todo a su paso, desde la roca mas pequeña hasta el árbol mas gigante, nada de color y nada de vida y claro un frio insoportable que calaba los huesos. Se detuvieron junto al río que tenia una gruesa capa de hielo, aprovechando eso cruzaron hacia el otro lado, ya no seria necesario llegar al paso de Beruna. Ahora solo tendrían que caminar y atravesar el bosque hasta llegar al campamento de Aslan. Esa idea la llenaba de emoción, estar frente a los centauros era una de las cosas que mas la llenaban de éxtasis, solo los había visto una vez corriendo de paso por su bosque, había quedado asombrada por lo majestuosos que podían llegar a ser.

Junto a Pietro se sentaron en una roca para comer algunos bocadillos y recuperar fuerzas. Noto a su amigo que ahora tenia un color blanco en sus alas con pequeñas tonalidades de azul claro que le hacían ver elegante. En su palma puso algunas semillas para su pequeño amigo, quien con sumo cuidado tomaba una a una para poder alimentarse bien.

— ¿Tienes frío Elianne?

— Un poco, pero nada que no se pueda solucionar con una fogata.

— No deberías hacerlo. El humo puede llamar la atención de enemigos.

— Los arboles escuchan, lo recuerdo.

— Así es, no todos son amigos en este lado. Se precavida. -Dijo mientras se ocultaba entre las ropas de su amiga buscando algo de calor, sentía sus alas frías y eso le dificultaba mantener el vuelo. 

 

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Las crónicas de Narnia y la guerrera del bosque Oeste libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora