3 SU NOMBRE ES EVELYN

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Todos la observan, postrada en el suelo, mientras abre con lentitud sus ojos de par en par. Una confusión inconmensurable pasa por su mente, sus brazos le tiemblan, cual infante atemorizado. Sin previo aviso, lágrimas brotan de sus ojos, recuerdos dolorosos vienen a su mente. Todo empieza a aclararse mientras observa todo a su alrededor con mayor claridad.

<<¿Qué es esto...? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estás... Nero?>> —Piensa la mujer.

La duda inunda a los espectadores presentes al ver cómo esa mujer vestida de negro está postrada en el suelo. Uno de los espectadores, quien es un teniente coronel, mira con enojo y repudio desde las gradas el rostro y las emociones tan frágiles que presenta esa mujer de negro.

—¿Por qué llora? Esa puta Deva tiene lo que merece y ahora está así, qué asco... —Dice en voz alta el teniente coronel.

<<Pobre mujer... la cantidad de cosas que habrá sufrido>> Piensa el coronel mientras observa desde las gradas a aquella mujer que está en medio del campo de batalla.

La mujer alza ligeramente la mirada y al voltear su rostro hacia la derecha, logra ver las gradas aún con lágrimas en sus ojos. Ella no es capaz de entender con claridad qué está sucediendo, las miradas que se dirigen hacia ella, furia, pena, decepción. Esa forma en la que la miran no le puede importar menos, ella solo tiene un único pensamiento en su mente, una persona.

<<Nero... ¿Dónde estás? ¿Qué te hicieron? Háblame... por favor... quiero escucharte>> Piensa ella mientras mira a los alrededores buscando a ese tal Nero, a la vez que las lágrimas continúan y el llanto inicia de forma intensa.

Un torbellino de emociones inestables y dolorosas se arremolina en lo más profundo de su ser, desatando una tempestad interna que amenaza con devorarla. Cada lágrima vertida y cada gemido de angustia parecen avivar la vorágine emocional que la consume. La desesperación y el dolor se entrelazan en un baile desmesurado, alimentando su tormento.

Y así, en medio de esa vorágine emocional, su cuerpo se convierte en el lienzo sobre el cual se pinta una danza sombría y perturbada. Una energía misteriosa, como si surgiera de los abismos más oscuros de su ser, envuelve su figura con un halo de sombras inquietantes. Cortinas de humo púrpura se alzan a su alrededor, danzando con una elegancia siniestra.

De aquel mar de oscuridad emergen destellos de un violeta intenso y vibrante. Pequeños rayos de luz que parecen contener todo el dolor y rabia que bullen en su interior. Cada chispa violeta es un grito silencioso de piedad, un destello de poder liberado en medio de la desolación

La visión de aquel despliegue de poder sobrenatural deja a todos los presentes consternados, anclados en un miedo y asombro que se entrelazan. El aire mismo parece vibrar con la intensidad del poder que emana de la mujer. Es como si los cimientos del mundo tiemblan ante su presencia, como si la propia oscuridad la reconociera como una manifestación de su esencia más profunda.

En aquel momento, en medio de esa explosión de energía sombría, la mujer se alza como una fuerza titánica, atravesando los límites de su propio sufrimiento para dar paso a un nuevo capítulo en su historia. Es la encarnación misma de la transformación, una llamarada de determinación en medio de la desesperanza.

—¿Pero qué es eso? —pregunta el coronel, levantándose de su asiento con sorpresa e intriga reflejadas en su rostro al presenciar cómo la Deva libera su poder.

—¡A esto me refería! ¡Esta es la verdadera forma de este monstruo! —exclama el teniente coronel Palacios a todos los presentes, quienes, al igual que él, se muestran impactados por la pequeña muestra de poder que la Deva está exhibiendo—. Esa maldita perra está finalmente pagando por herir gravemente a más de treinta de mis hombres...

El camino del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora