12 MUNDO LLENO DE MENTIRAS: PARTE 1

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Más allá de aquel campo rodeado de imponentes muros de cemento y bañado por las aguas infinitas del océano, se despliega un mundo vasto y desconocido, un mundo que Evelyn ha llegado a conocer en su travesía y que Grecia, en poco tiempo, también tendrá la oportunidad de explorar. Por su parte, Virgilio, un joven ansioso por aventurarse en él, alberga el anhelo de descubrir sus secretos más profundos. Pero, ¿qué maravillas y misterios se ocultan en ese enigmático lugar?

Era la 2 de la tarde, el momento en que la jornada laboral de algunos Devas llegaba a su fin y el almuerzo se anunciaba con un estruendoso tañido de campanas que reverberaba en todo el campo. Virgilio, junto a su compañero conserje, se encontraba dando los toques finales a la limpieza de las duchas, afanándose con cepillo, cubeta de agua y detergente, cuando el sonido de la campana capturó de inmediato su atención.

—Bien, señor, creo que he terminado por hoy —dijo Virgilio mientras se ponía de pie.

Sus pantalones y camisa estaban empapados, evidencia del arduo trabajo que acababa de realizar. Se quitó los guantes y los zapatos de goma, pero su expresión revelaba cierto asombro y fatiga. Sin duda, el esfuerzo de la jornada había dejado una marca en él.

—¿Te ocurre algo, Virgilio? —preguntó el conserje, notando su extrañeza—. Te veo algo distraído.

—No es nada, señor Augusto. Simplemente, ha sido un día agotador, además de la tragedia blanca que ahora tengo en mi cabeza—respondió Virgilio con cierta desilusión.

—Entiendo. Pero miremos el lado positivo... —intentó consolarlo el conserje, pero no encontró las palabras adecuadas.

—Sí, no es necesario que diga nada más. Nos vemos mañana, señor —dijo Virgilio antes de alejarse de las duchas.

Mientras caminaba por el pasillo en dirección al comedor, Virgilio llevaba consigo una expresión cansada y preocupada. Estaba tan absorto en sus pensamientos que apenas se daba cuenta de su entorno.

<<Qué día... Solo espero que entre Grecia y Evelyn no haya ocurrido algo malo>> pensaba Virgilio mientras avanzaba <<Y eso sin mencionar el desastre que tengo en el cabello... ¿Qué me está sucediendo?>>

Inmerso en sus reflexiones, chocó accidentalmente con alguien, lo que lo sacó abruptamente de su ensimismamiento. Con una expresión de sorpresa, levantó la vista hacia la persona con la que había chocado.

—P-perdón —dijo Virgilio nerviosamente tras el choque.

Al examinar más de cerca, se dio cuenta de que la persona con la que había chocado era su compañero de habitación, Víctor, de cabello pelirrojo. Tenía algunas heridas en el rostro y moratones en la mejilla.

—Ah, eres tú, Víctor —dijo Virgilio, desanimado al reconocerlo.

—Sí, no hay nadie más. Y por lo visto, estás igual de mojado que de costumbre, pequeño —dijo Víctor con una voz llena de arrogancia.

—Eh, sí, supongo. Y tú... —Virgilio observó las lesiones en el rostro de Víctor— ¿A ti que te pasó?

—¿Esto? —preguntó Víctor, señalando su propio rostro—. Perdí una pelea. Definitivamente no es mi día.

—Espera, ¿tú perdiendo? Eso no es algo que escuche todos los días —comentó Virgilio, sorprendido.

—Ey, yo pierdo, hay una recién llegada a quienes todos no le quitan los ojos de encima, y tú tienes esa abominación blanca en tu cabeza. Hoy es un día extraño —dijo Víctor, mientras se alejaba sin prestarle más atención a Virgilio.

—¡Oye! Oh Dios mío, esto es horrible —exclamó Virgilio, cubriéndose la cara avergonzado, sin percatarse de que Víctor ya se había alejado.

Después de esa breve, pero embarazosa conversación para Virgilio, bajó algunos escalones y llegó rápidamente al comedor. Como de costumbre, se puso en la fila para que le sirvieran el almuerzo, pero buscaba a Grecia y Evelyn entre la multitud, sin encontrarlas por ninguna parte.

El camino del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora