Iban caminando por un pasillo con muros de cemento y una superficie grisácea. El silencio entre ellas resultaba incómodo, cargado de recuerdos dolorosos de su enfrentamiento y la presencia de alguien que les había causado un gran sufrimiento, como si fuera algo normal. Las personas a su alrededor las observaban con interés y murmuraban entre ellas, pero ambas solo se limitaban a mirarse de reojo. Evelyn observaba los brazos y piernas delgados, pero definidos de Grecia, notando cómo ya se habían recuperado. Grecia, por su parte, fijaba su mirada en el hombro derecho de Evelyn, recordando cómo había sido atravesado durante su combate, pero ahora parecía que nada hubiera ocurrido. Eso la aliviaba, aunque también la aterraba un poco.
De repente, Grecia se detuvo de forma brusca, lo que hizo que Evelyn se adelantara unos pasos. Esto llamó la atención de Evelyn, quien volteó su cabeza para mirar a Grecia detrás de ella.
—Grecia... ¿Qué pasa? —preguntó Evelyn.
Grecia no respondió de inmediato. Durante unos instantes, la observó fríamente, con desinterés, y antes de responder, suspiró profundamente.
—Realmente creo que no tiene sentido fingir entre nosotras. Al fin y al cabo, Virgilio no está aquí —dijo Grecia.
Al escuchar esas palabras, Evelyn giró su cuerpo para encarar a Grecia de frente, mostrando una expresión confusa.
—Seamos sinceras, ni yo quiero darte un recorrido por el lugar, ni tú quieres que te dé dicho recorrido... —dijo Grecia, cruzando los brazos—. Así que hablemos de lo que realmente te interesa saber, ¿Nero, dijiste que se llamaba?
Evelyn quedó atónita ante las palabras y la actitud de Grecia. Esperaba una conducta agresiva por parte de la joven rubia, pero, en cambio, notaba una actitud pasiva, lo que la dejó perpleja. Sin embargo, no pudo evitar que su rostro se llenara de melancolía al mencionar a su hijo perdido.
—Mi hijo... Virgilio me dijo que no hay niños aquí, pero si no está aquí, ¿dónde está? —preguntó Evelyn con la voz quebrada.
—Sinceramente, no puedo darte una respuesta precisa, pero dime, ¿cuando te capturaron, tu hijo estaba contigo? —inquirió Grecia.
La mujer de cabello negro simplemente asintió con la cabeza, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar en cualquier momento.
—Muy bien, te diré lo que sé. Como te dijo Virgilio, los Devas recién llegados deben tener al menos doce años... —comenzó a explicar Grecia—. Pero antes de eso, mantienen a los Devas nacidos en cautiverio en instalaciones especiales, donde los estudian y analizan mientras conviven con otros niños Devas. Al menos eso fue lo que hicieron conmigo antes de traerme aquí.
Evelyn escuchaba a Grecia con horror, imaginando todas las cosas que le habrían hecho a su hijo desde que lo capturaron, sin pronunciar una palabra.
—Lamento mucho lo que te voy a decir, pero... no volverás a ver a tu hijo —declaró Grecia.
Aquella última afirmación se abatió sobre Evelyn como un vendaval destructivo. Sus piernas cedieron ante la desolación, y se arrodilló en el suelo, hundiendo sus manos en la superficie fría y áspera. Un torrente de sollozos desgarradores escapó de lo más profundo de su ser. Sus llantos, desbordantes de angustia y dolor, resonaron por los sombríos pasillos, como un eco desgarrador que conmovía a los demás Devas que presenciaban la escena. Sus miradas se llenaron de incomodidad y compasión al contemplar a la madre desgarrada, quien, en ese preciso instante, descubría el cruel destino de su hijo.
Grecia permaneció erguida, observando a Evelyn desde las alturas, con un semblante serio y adusto que reflejaba la gravedad de la situación. Por un fugaz instante, un recuerdo afloró en su mente: el primer encuentro con la mujer ante ella, cuando las lágrimas y la aflicción la consumían. Un instinto primordial la llevó a adoptar una postura defensiva, como si el dolor y la tragedia compartidos las hubieran convertido en adversarias en lugar de aliadas.
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El camino del Alfa
De TodoNo habiendo conocido más que las muros de su prisión, Virgilio sueña con conocer el exterior, y encuentra su oportunidad al cruzar caminos con una extraña mujer que parece venir de fuera. Evelyn, como representación de la libertad que el chico anhel...