7 DOS SEMANAS Y TRES DÍAS DESPUÉS (Grecia)

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Nos situamos en una sala de enfermería, caracterizada por sus tonos blancos que dominan tanto las paredes como los objetos del lugar. Sentada en el borde de una camilla, se encontraba una joven de tez morena y cabello rubio, vestida con una bata blanca de paciente, ligeramente abierta por detrás. A su lado, una enfermera de cabello castaño y tez blanca sostenía un lapicero y un bloc de notas.

Grecia permanecía sentada en la camilla, cubriendo su ojo derecho con la mano derecha mientras observaba un test de agudeza visual que mostraba varias letras.

—F, A, X, T, D, N, H, U, P...—Grecia guardó silencio por unos segundos—... Z.

—Excelente, parece que no hay ningún problema en tu visión— dijo la enfermera con entusiasmo mientras anotaba en su libreta—. Hemos terminado todos los estudios.

—¿Eso significa que me darán de alta? —preguntó Grecia emocionada, apartando su mano del ojo derecho.

—Hmmm... Aún tengo que consultarlo con mis superiores —respondió la enfermera con un tono algo pesimista.

Al escuchar esa respuesta, Grecia no pudo evitar sentir ira y desesperación, y se dejó caer abruptamente en la camilla, extendiendo los brazos a los lados.

—¡AGHHH! —gritó Grecia— ¡Parece que llevo una eternidad aquí!

—Oye, serena morena —dijo la enfermera con un tono amigable—. Sí, estas dos semanas no han sido fáciles para ti... <<Ni para mí que he tenido que aguantarte>> —pensó para sí—. Pero ahora mismo llevaré mi informe y averiguaré qué haremos contigo.

—Está bien... —dijo Grecia en tono desanimado.

La enfermera salió de la sala, dejando a Grecia en la camilla con una expresión que reflejaba aburrimiento y enojo. ¿Por qué estaba allí en primer lugar? Apenas podía recordarlo. Después de aquel choque con esa mujer, lo único que lograba recordar era ser lanzada por los aires y segundos después perder el conocimiento. Cuando finalmente despertó, se encontraba en la sala de enfermería en la que se encontraba ahora.

Grecia dirigió la mirada hacia el reloj que colgaba en la pared a su izquierda, justo encima de la camilla. La hora marcada era las 7:51. El concepto del tiempo se había vuelto confuso para Grecia desde que despertó en ese lugar. Sin contar a la enfermera, quien acababa de abandonar la sala, los únicos contactos humanos que había tenido en esos días fueron el coronel y el capitán. Aunque podría parecer una exageración, para Grecia esas dos semanas habían sido una eternidad.

Recordó aquel lunes por la mañana cuando despertó y se encontró con el capitán Stefano. Gran parte de esa conversación no le resultó relevante, salvo por el hecho de que le harían varios estudios para determinar si era seguro para ella regresar al campo y volver a interactuar con los demás Devas. Sin embargo, entre todas las palabras de Stefano, lo que más resaltó en la mente de Grecia fue que el combate había terminado en empate. Aunque no fuera un mal resultado en sí, en la mente de Grecia eso equivalía a que le dijeran que había perdido.

En su reflexión sobre el tiempo, surgieron varios pensamientos acerca de las personas que la rodeaban.

<<¿Dos semanas?... Supongo que deben haberse preguntado: "¿En donde estará nuestra estrella?"> pensó Grecia, esbozando una sonrisa en su rostro.

Pero en medio de todos esos pensamientos, la imagen de una persona muy especial surgió en su mente: cabello negro, un poco tímido y con un tonto sueño de libertad.

<<Virgilio...>> pensó Grecia, cambiando su sonrisa por una expresión melancólica. <<La última vez que lo vi fue cuando vinieron a buscarme... ¿Qué habrá estado haciendo estos días sin mí?>>

El camino del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora