Los conflictos físicos se desataban con frecuencia entre los Devas, trascendiendo los límites de los combates de exhibición. Era habitual presenciar peleas a puño limpio entre los Devas, en su mayoría hombres, dentro del campo por los motivos más variados: rabia, diversión, hambre y mucho más. El ambiente resonaba con los golpes, los gritos y el rugir de la violencia contenida.
Sin embargo, a Virgilio poco o nada le importaban esos altercados. Cuando uno surgía cerca de él, simplemente apartaba la mirada y se alejaba, sin dejarse envolver por la espiral de agresión. Las peleas carecían de interés para él; nunca había sentido entusiasmo por presenciar a dos individuos enfrascados en un duelo físico. De hecho, se había prometido a sí mismo mantenerse al margen de esos conflictos triviales que solo perpetuaban el ciclo de violencia. Jamás imaginó que hoy se vería obligado a romper aquella promesa.
Aun en estado de impacto y shock, Virgilio observó impotente cómo su mejor amiga sometía a Evelyn con una fuerza descomunal. Cada movimiento de Grecia parecía estar impregnado de una ferocidad sobrehumana. El tiempo parecía diluirse mientras la escena se desenvolvía ante sus ojos, dejándolo atónito y sin capacidad de reacción. Todo ocurrió con una velocidad vertiginosa, y apenas tuvo tiempo de asimilar los eventos que se habían sucedido en los últimos minutos.
Los demás Devas en el comedor se percataron de inmediato del conflicto que se desataba entre las dos mujeres. Incluso algunos de los guardias que monitoreaban las cámaras de seguridad disfrutaban de su taza de café, riendo mientras observaban aquel "espectáculo".
—No hay nada como una buena riña para iniciar la mañana —comentó uno de los guardias mientras observaba una de las cámaras de seguridad con una mezcla de deleite y morboso interés.
—Y mira quiénes están ahí, la recién llegada y la estrella —exclamó entusiasmado el otro guardia—. Esto va a estar bueno.
Sin detenerse a pensar en las posibles consecuencias, Virgilio actuó por puro instinto. Algunos podrían tildar su acción de estupidez, mientras que otros la considerarían un acto de valentía, todo dependiendo de la percepción de cada uno. Sin embargo, sin titubear, se dirigió hacia Grecia para detener el feroz sometimiento que esta le infligía a Evelyn.
Con celeridad, el joven de cabello negro se colocó detrás de la chica rubia, rodeándola con sus brazos y aferrándola por la cintura con todas sus fuerzas. Aunque su fuerza era inferior a la de Grecia, tal vez debido al movimiento inesperado, logró separarla gradualmente de Evelyn, desplegando un esfuerzo sobrehumano.
—¡Grecia, suéltala! —exclamó Virgilio desesperado mientras mantenía a Grecia aprisionada entre sus brazos.
—¿Qué...? ¿Virgilio...? —preguntó Grecia, desconcertada por la repentina intervención de su amigo.
En un giro repentino de los acontecimientos, incapaz de comprender del todo las intenciones de Virgilio, Grecia se soltó de Evelyn, y los tres Devas acabaron en el suelo.
Evelyn, aún tendida en el suelo, observó a los dos jóvenes con detenimiento. En la mirada confundida de Grecia ante la acción de Virgilio, reconoció a la joven con la que había sido obligada a luchar anteriormente, lo que despertó en ella un profundo sentimiento de desconfianza y temor frente a la situación que se desenvolvía ante sus ojos.
—Virgilio... ¿Tú... la conoces? —preguntó Evelyn con temor, mientras observaba al chico con una mezcla de incertidumbre y desesperanza.
—Espera, ¿qué? —se cuestionó Grecia, impactada, mientras giraba su rostro hacia atrás para mirar a su amigo—. ¿Tú la conoces?
El joven de cabello negro guardó silencio durante unos segundos, mientras a su alrededor varios Devas los observaban con atención, intrigados por el disturbio que se había generado.
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El camino del Alfa
RandomNo habiendo conocido más que las muros de su prisión, Virgilio sueña con conocer el exterior, y encuentra su oportunidad al cruzar caminos con una extraña mujer que parece venir de fuera. Evelyn, como representación de la libertad que el chico anhel...