4: Entonces cásate conmigo

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El resto del baño, Shang Qinghua lo paso con la frente apoyada contra el azulejo de la ducha, considerando seriamente si golpearse la cabeza y morir como lo hacen los personajes de los manhuas al suicidarse. Finamente decidió que debía salir de su miseria, no podía darle más problemas a su jefe, sacando su cadáver en una bolsa de basura por el ascensor.

Usó la toalla gris que había dejado Mobei Jun para secarse, pero también se dio cuenta que no tenía que ponerse, todas sus cosas estaban seguramente mojadas; suspiró por su desgracia. Abrió el closet y descubrió una bata mullida de color negro; eso seria por mientras. Salió del baño mirando a ambos lados del pasillo, entonces un delicioso ahora le hizo flotar hasta la cocina, allí estaba Mobei Jun con el cabello húmedo, despeinado y aún con algunas gotas resbalando por esa tersa piel, hasta perderse en el cuello de la camiseta negra.

― Qinghua ―llamó Mobei Jun mirándolo ceñudo.

― ¿Ah? ¿qué?

― Límpiate la saliva ―miró hacia otro lado.

¡Oh por dios! Había dejado la boca abierta. Avergonzado paso una mano por el dorso de la boca, limpiando el rastro de saliva. Mobei Jun se giró tomando dos platos de sopa humeante. Shang Qinghua no dudó en sentarse a comer; sabía delicioso. El mayor se quedó apoyado en la barra con los brazos cruzados viéndole comer. Qinghua sintió su mirada, anticipado que le debía una explicación dejó de tragar.

― Bueno, yo...tengo problemas económicos ―comenzó diciendo― debía meses de alquiler y la universidad...

― ¿Por qué no hablaste conmigo sobre esto de un principio? ―se veía enojado.

Shang Qinghua tragó saliva y vio su reflejo en la sopa.

― ¿Cómo crees? No tengo la cara tan gruesa para ir y pedirte dinero...

― Pero si tienes cara para llamar a tú jefe y pedir que vaya a buscarte todo empapado y con una rata en la mano ―dijo mirando al hámster que corría en su ruedita dentro de la jaula.

― Lo siento...Hermano pepino no me respondió, así que...

― ¿Hermano qué? ―levantó una ceja incrédulo.

― ¡Eso no importa! No quería molestarte, pero no tenía a nadie a quien más acudir...

Mobei Jun siguió mirándolo con el ceño fruncido, luego resopló y desapareció por uno de los pasillos hasta una puerta de dos hojas, entró y volvió con un papel rectangular en la mano, sacó un bolígrafo de uno de los cajones y escribió sobre el papel, luego lo deslizó sobre la mesa hasta dejarlo frente a Shang Qinghua.

Los ojos de Qinghua casi se salen de sus orbitas al ver la cantidad de ceros en ese cheque. ¡¿Acaso este tipo está demente?!

― Paga tus deudas.

― ¡No puedo aceptar esta cantidad de dinero! ―gritó alterado.

― Claro que puedes ―gruñó.

― ¡No!

― Sí.

― ¡Dawang, no!

― Entonces cásate conmigo ―dijo furibundo, echándose el cabello hacia atrás.

Shang Qinghua sintió que se ahogaba con sus propias palabras.

― Dawang, no entiendo ¿por qué necesitas casarte? ¿y con un hombre? ―preguntó notablemente agotado.

― Mi abuelo esta muy enfermo ―una expresión sombría cubrió sus facciones―, no le queda mucho tiempo, me dijo que desea heredarme todas las acciones que posee en el mercado a mí, pero para ello necesita que este casado, pero quien sea debe ser de confianza, para evitar que pueda hacerse del dinero y las posesiones de la familia Mobei. Además, así evito que mi tío quiera concertar un matrimonio arreglado por él.

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