9: ¡De qué te estas riendo!

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Shang Qinghua se vistió con una camiseta blanca que sacó de la maleta de Mobei Jun, porque sí; su jefe iba para todos lados transportando una pequeña maleta de cabina con elementos de primera necesidad, por supuesto, él era quien siempre la admini...

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Shang Qinghua se vistió con una camiseta blanca que sacó de la maleta de Mobei Jun, porque sí; su jefe iba para todos lados transportando una pequeña maleta de cabina con elementos de primera necesidad, por supuesto, él era quien siempre la administraba y se encargaba que la llevaran en el maletín del auto o al jet, por lo que sabía que había empacado una camiseta blanca.

Ni siquiera pensó en usar los boxers de Mobei Jun, por la abertura de una pierna entraban los dos muslos de Shang Qinghua, así que solo tiró del borde la camiseta para ocultar su trasero y sus partes nobles. Se vistió de espaldas a Dawang, ignorando la lujuriosa mirada de este. Abrió la colcha y se metió dentro, cubriéndose hasta la cabeza, sintió cuando la cama se hundió a su lado y cerró los ojos esperando ser abrazado por los musculosos brazos de Mobei Jun, pero solo percibió cuando este se dio la vuelta para dormir. No pudo evitar ser él quien se girará y observara la marcada espalda; el cabello estaba suelto y Shang Qinghua estiró los dedos para jugar con un mechón de pelo azabache. Se quedó dormido.

Cuando despertó, por un momento creyó estar en el Olimpo, acostado con el dios más hermoso y sexy del lugar. Estaba acostado boca arriba con un brazo flexionado detrás de la cabeza, mientras que el otro brazo dejaba con su mano reposar sobre sus marcados abdominales; la sabana apenas cubría algo de la pelvis dejando ver un camino de vellos hasta el miembro MUY despierto de Mobei Jun, la marca que se levantaba no dejaba mucho a la imaginación. Además, el halo de luz que entraba por las cortinas daba sobre su rostro, iluminando con un brillo majestuoso el perfecto perfil del hombre.

Bueno, la curiosidad mato al gato, pensó Shang Qinghua antes de levantar la sabana y mirar hacia adentro. Oh, con la luz de día el pene de Mobei Jun era aún más intimidador: grueso, con una cabeza de hongo bastante ancha y de un tono más oscuro, la raíz era venosa y se expandía a medida que iba bajando hasta la base, cubierta por una mata de vellos muy sexy.

Estaba babeando, lo sabía, pero no anticipo que estaba siendo observado por un muy excitado Mobei Jun, quien lo tomó de la nuca y le hizo estrellar la cara contra su pelvis, quedando con la nariz metida en esa mata de vellos ondulados y sus labios rozando el miembro erecto.

― ¿No te han dicho que no es educado mirar a las personas mientras duermen? ―preguntó Mobei Jun con la voz ronca cargada en deseo―, ahora hazte cargo de lo que provocas.

Shang Qinghua parpadeó aún sorprendido por las acciones del otro, pero no dudo en sacar su lengua y comenzar a lamer el largo del miembro. Estaba jugando con la punta, rodeándola con la lengua y bajando solo un poco sin llegar a meter todo en su boca, cuando nuevamente fue sorprendido por las acciones de Mobei Jun: las manos de este le alzaron por las caderas, recostado su parte inferior sobre el pecho de Mobei Jun, separándole las piernas y sus muslos quedando extendidos a lo ancho de los hombros de este.

― ¡Da-Dawang! ¿qué...?

― No te detengas ―ordenó el mayor, acercando con sus manos apretadas a la cintura de Shang Qinghua el trasero de este, dejando su apretado agujero y sus partes bajas a merced de la boca de Mobei Jun.

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