16: ¿QingHua sabe qué hizo mal?

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Shang QingHua estaba desnudo, recostado boca abajo en la cama con los brazos y la cabeza hundida en la almohada de Mobei Jun

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Shang QingHua estaba desnudo, recostado boca abajo en la cama con los brazos y la cabeza hundida en la almohada de Mobei Jun. Tenía las piernas extendidas fuera de la cama y solo las puntas de los pies rozando la alfombra. Aún hacia algo de frío, por mucho que Mobei Jun haya encendido la calefacción.

Mobei Jun se tomó su tiempo para quitarse el reloj de la muñeca, quitarse y guardar el saco de terciopelo azul dentro del ropero, aflojarse la corbata: entre otras acciones innecesarias para pasearse con aire despreocupado por la habitación, como si Shang QingHua estuviera a punto de coger un resfriado con el culo al aire.

Entonces Mobei Jun se acercó a la cama.

― ¿QingHua sabe qué hizo mal? ―preguntó tranquilo.

Shang QingHua tuvo que morderse el labio para no gemir. Esto era como una película de BDSM(1), pero en alta resolución. Apretó los muslos intentando ocultar la erección que comenzaba a formarse.

― No, señor.

― Bien, entonces deberé recordarle a QingHua que hizo mal ―dijo lento y pausado.

Un escalofrió recorrió toda la espalda de Shang QingHua, haciéndole hundirse más en la cama. Un líquido frío cayó sobre sus nalgas desparramándose incluso por su agujero y testículos. La mano de Mobei Jun comenzó a esparcir el líquido viscoso, frotando nalga por nalga; amasándolas y apretándolas. Los suaves movimientos adormecieron a QingHua que poco a poco, comenzó a cerrar los parpados.

Los masajes se detuvieron; sosegado por las relajantes caricias y las manos cálidas de su esposo, Shang QingHua no advirtió el sonido que produjo la hebilla del cinturón. La fresca y cómoda sensación fue abruptamente reemplazada por un ardor caliente que se extendió por toda la nalga derecha, al ser golpeada con el cuero del cinturón.

― ¡AH! ¡Me duele! ―gritó Shang QingHua.

― Aguántalo ―gruñó Mobei Jun bajando otra vez el brazo, azotándole la otra nalga.

QingHua volvió a gritar, cuando una tercera fustiga lo dejó sollozante. Sentía la piel caliente y ardiente. Mobei Jun paró después del sexto golpe para tocar superficialmente la piel enrojecida. La marca de los bordes del cinturón comenzaba a notarse. Vertió un poco más de lubricante en la piel abrasada.

― ¡Ay! ―chilló QingHua ante el ardor en toda su zona trasera. Mobei Jun nuevamente comenzó a frotar el líquido, QingHua intentó detenerlo tirando una mano hacia atrás, pero esta fue abofeteada―. ¡No hagas eso! ¡Duele!

― Manos al frente o voy a tener que amarrártelas ―advirtió el mayor, amasando ambas nalgas con sus grandes manos, realizando movimientos circulares que, al extender la piel, podía ver el agujero rosado de su marido. Sin lubricación adicional metió un dedo, sintiendo el interior caliente y apretado―. Estas muy estrecho.

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