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Ya era lunes por la mañana.

Inicio de semana, no su cosa favorita en el mundo; despertar después de haber soñado con Louis lo empeoraba, sin embargo, la esperanza de volverlo a ver lo mantenía despierto mientras se duchaba.

Se puso skinny jeans negros como casi siempre, una sudadera color crema, botines cafés y arregló su cabello lo mejor que pudo, decidió salir lo más pronto posible de casa.

Si dijera que era su lugar favorito, sería una completa mentira; eso de hogar dulce hogar para él nunca había sido una realidad. Con la partida de Gemma no había nada que lo atará a esa casa además de las cadenas de su padre.

De todos modos, no había visto al hombre desde un día antes y prefería que siguiera así.

Así que sin desayunar y con una rápida despedida de su madre, caminó a la escuela por la ruta de siempre.

Minutos después, como avanzando en piloto automático con sus audífonos puestos, apenas se dio cuenta de que caminaba por la misma calle en la que se encontraba días antes mandando a la mierda a Renato.

Rápidamente, alzo la mirada buscando el balcón del departamento de Liam.

A los segundos lo encontró. No estaba vacío.

Cuando enfocó la vista, se encontró con un par de ojos de zafiro clavados en él.

Su corazón comenzó a bombear sangre de manera desesperada y una sonrisa se formó en su rostro, hoyuelos como cuencos alojando el poco aire que salía de sus pulmones.

Saludó con la mano al instante y en ese momento un Louis con cara de haber sido sorprendido, por fin pareció reaccionar.

Sin devolver el saludo o algo, se dio vuelta para entrar a toda velocidad en el departamento.

A lo mejor la velocidad fue demasiada, ya que no le dio tiempo de abrir la puerta de cristal, o siquiera percatarse de que estaba cerrada.

Chocó con el vidrio y cayó de sentón la piso, sostuvo su nariz adolorida.

Harry se quedó sorprendido por la reacción y un poco preocupado por el accidente.

—¡Louis! ¡¿estás bien, te hiciste daño?! —vociferó el rizado.

El castaño se puso de pie mientras se sostenía el rostro con una mano, con el otro enseño el pulgar a Harry, sin contacto visual. —No te preocupes, todo bien. —lo suficientemente fuerte para que escuchara.

Sin más abrió la puerta y desapareció por ella.

El rizado quedó con el ceño fruncido y la boca entreabierta a medias de dar una respuesta. Sin saber que pensar o seguir haciendo ahí, decidió retomar su camino a la escuela.

Martes. No soñó con él o lo volvió a ver.

Miércoles. La misma historia.

Jueves. Se convenció a sí mismo por la mañana de seguir teniendo esperanzas.

Sinceramente, los dos días anteriores había ido como la mierda. Aparte de la tarea excesiva de la escuela, que él podría catalogar como explotación, Niall había enfermado y no había ido a la escuela desde el lunes, Bárb y Lau siempre desaparecían en el descanso, así que estaba solo con su mente.

Su madre no dejaba de molestar con llevar a su nuera a conocer a los abuelos y con lo bonitos que iban a ser sus nietos y Des estaba de pésimo humor lo que resultaba en más gritos de los necesarios cada que estaba en casa.

Sabía como sobrellevarlo. Sin embargo, cuando Louis apareció en sus noches todo aligero aparentemente, al menos para él y su estabilidad emocional.

Sin él, sabía soportarlo; no quería hacerlo.

Conocidos ⟪l.s.⟫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora