Capitulo 11:Lavado de autos

413 40 6
                                    

Kane Williams.

Yo corro mi propia carrera. No tengo ni el más mínimo deseo de jugar a ser mejor que los demás de ninguna manera, forma o estilo, solo aspiro a mejorar a ser mejor de lo que era antes, así soy yo. Libre.

Estoy sentado en mi lugar en la clase de la señorita Porter, normalmente me gustan sus clases, de hecho sus clases son las mejores de mi carrera pero hoy estoy ido, perdido y sobre todo distraído.

Cierro los ojos con fuerza y las palabras se escuchan lejanas, recuesto mi frente sobre la mesa haciendo un sonoro pom que retumba por el aula.

—Por favor señor Williams no mate su última neurona a cabezazos—se burla la docente y todos mis compañeros ahogan una risa.

Levanto mi cabeza y miro a mí al rededor para ver si alguno es capaz de reírse en mi cara pero ninguno es tan valiente.

—Discúlpeme señorita Porter, se que ni tengo excusa para mi comportamiento pero es que estoy un poco indispuesto—respondo sin emitir alguna emoción.

Mira su reloj y frunce el ceño.

—Agradezca, señor Williams, que la clase esta por terminar—como si fuera una bruja el timbre suena—Fuera de mi territorio.

Todos guardan sus cosas a la velocidad de la luz y salen como alma que lleva el diablo. No estoy de humor para soportar empujones al salir del aula así que me tomo mi tiempo para guardar mis cosas y me dispongo a salir.

—Señor Williams, puede venir un momento—habla la señorita Porter a mi espalda.

Miro la puerta con pesar y suelto un sonoro suspiro.

Tan cerca pero tan lejos.

—Sí, dígame—me acerco a su escritorio.

Levanta su vista de su laptop y la voltea mostrándome mi ensayo,más que mío de la serpiente.

—Este ha sido tu mejor trabajo hasta ahora—se quita sus anteojos y sus ojos verdes me miran con intriga— ¿Quién te ayudo?

Frunzo mi ceño al escuchar semejante acusación. Si, alguien me ayudo pero eso no quita que me sienta realmente ofendido.

—¿Por qué pretende que alguien me ayudo?—me cruzo de brazos

Se aclara la garganta mientras voltea su laptop nuevamente hacia ella.

—"Contra todo pronóstico mostro desde su perspectiva lo que era el mundo, logrando que su arte trascendiera de generación en generación"—Si, esas palabras gritan Hilary Myers—Tu eres muy pulido y centrado al momento de redactar un documento, no se necesita ser un genio para saber que tu no escribiste esto.

Desvió la mirada tensando tanto la mandíbula que creo que se me van a romper los maxilares.

Maldita serpiente.

—Entonces...¿Quién te ayudo?

—Alguien insignificante—me apresuro a decir.

—Pues ese alguien insignificante te dio la mejor nota, lo voy a dejar pasar esta vez—me guiña un ojo y yo mantengo mi expresión nula—Se nota por su manera de escribir que es una o un fanático del arte y sabe demasiado sobre el tema y lo mejor es que se ve que tiene la mente abierta—dice con emoción.

—Es pintora—me veo a mi mismo hablando sobre la embustera.

—Agradécele a tu chica—hace un ademan para que me valla—Por cierto, aunque no la conozco me agrada tu pintora, me gustaría conocerla.

A mí no me agrada.

Estuve a punto de refutarle que esa niñita no es "mi pintora" ni "mi chica" pero en lugar de eso le doy un asentimiento para después salir por la puerta.

El arbol de la inseguridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora