Capitulo 24:Aquí estoy.

388 38 2
                                    

Hilary Myers.

Justo cuando estoy empezando a sentirme bien conmigo misma, justo cuando creo que puedo salir de este hoyo, justo cuando me siento como una persona normal... La vida me da una bofetada que me empuja de cabeza a la realidad.

¡Por Dios! No soy normal y nunca llegare a ser lo que la sociedad cataloga como normal.

Es como si poco a poco me estuviera apagando, como si no me sintiera capaz de nada, ni siquiera de levantarme de la cama. Ese sentimiento de no servir para nada y de culpa me carcomen hasta lo más profundo de mi ser.

Eres una inútil.

No sirves para nada.

Das vergüenza.

Das lastima.

La presión en mi pecho cada vez se hace más insoportable y mi pecho sube y baja con brusquedad. Siento que me ahogo ¡Mierda! Me estoy ahogando. No puedo más, no quiero mas.

Las lágrimas bajan por mis mejillas sin detenerse, es como si dentro de mi estuviera una bomba de agua que nunca se seca, me abrazo a mi misma encogiéndome en la cama tratando de respirar despacio para regularme.

—¡Hilary sal de ahí! —Demanda Harriet del otro lado de la puerta—¡Maldición!

No digo nada, es como si estuviera perdida dentro de mí misma. Es como si mi cuerpo solo fuera eso, un cuerpo sin alma, sin mente. Solo estoy aquí mirando a un punto fijo sintiéndome como una reverenda mierda.

—Cariño por favor sal de ahí—me suplica mi madre con voz temblorosa.

Odio hacer que pasen por esto pero ya quiero rendirme.

Por una maldita semana han visto como me apago, como mi apetito disminuye, como mi interés en cualquier cosa se esfuma con el viento hasta el punto de que he durado dos jodidos días sin salir de mi habitación.

Dos días en los que he luchado contra mí misma. Dos días en los que he querido morirme. Dos días en los que no me he bañado. Dos días en los que no he comido ni bebido más que agua. Dos días en los que he torturado a mi familia con mi ausencia.

—Larry, por favor—mi padre pide con desesperación—Sal de ahí.

Mi garganta arde al intentar hablar así que ni siquiera lo intento. Miro la puerta y noto como las sombras se mueven de un lado a otro sin saber que hacer conmigo.

Una jodida recaída. Una maldita recaída.

¿Y si mejor...?

No pienses en eso Hilary.

Es una posibilidad. Acabaras con tu sufrimiento y el de tus padres, el de tu hermana, el de Charles. No seas egoísta.

Egoísta seria tomar una decisión como esta.

La verdad es que si quiero acabar con todo esto pero no quiero dejar de vivir, a pesar de todo mi vida es buena a pesar de que yo lo complico todo. Pero en general es buena.

Hago a un lado las sabanas arrastrándome hacia la orilla de la cama, pongo mis pies sobre el suelo y me levanto. Las piernas me tiemblan demasiado pero aun así logro llagar a la puerta.

Lentamente abro la puerta que me separa de mi familia y todos asoman la cabeza de una manera sobre humana, es gracioso pero no tengo ganas de reír.

—Lo siento...yo no quería..Yo—no termino de hablar porque mi hermana se abalanza sobre mí como un depredador.

—No vuelvas a hacer eso.

Yo no tengo la culpa de que esto me pase. Me permito llorar en sus brazos, la presión en le pecho sigue ahí como una relación toxica que no te deja ni respirar—literalmente. Mis lágrimas empapan su camisa y mis piernas se debilitan haciendo que caigamos de rodillas en el suelo.

El arbol de la inseguridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora