Extra III

221 20 0
                                    

Hilary Myers.

Ser mama es la aventura más hermosa, caótica, agotadora, abrumadora y perfecta de mi vida. No es fácil, para nada fácil y más cuando una mini copia de Kane corre haciendo desastres en el apartamento, porque si, Kelly Williams es un terremoto andante.

— ¿Qué haces, cariño?—me arrodillo junto a ella mirando la pared blanca que ahora es una obra de arte abstracto.

La culpabilidad en el rostro de mi hija es evidente, tanto así que esconde el marcador dentro de su vestido azul cielo. Hace un puchero y sus ojos amenazan con llorar, sabe que lo que hizo está mal pero... ¿Quién ha dicho que este mal?

Mani—se abalanza sobre mí escondiendo su pequeña cabecita en mi cuello, sollozando.

Sobo su espalda sonriendo como una idiota, no le he dicho nada y ya está llorando, es tan tierna. No soy quien para limitar la creatividad de mi hija, las paredes se pueden volver a pintar, eso no es un problema. El tiempo ha pasado volando junto a mí familia y la verdad temo que el resto de mi vida pase así, en un abrir y cerrar de ojos por esa razón vivo cada día con la mentalidad de aprovechar el tiempo con mi esposo y mi hija.

Porque si, Kane y yo ya estamos atados para toda la eternidad, o bueno, hasta que la muerte nos separe o yo lo ahorque por idiota. La boda no fue nada del otro mundo, diría que fue sencilla y solo asistieron las personas cercanas a nosotros. Estaba nerviosa, muy nerviosa, tanto que casi vomito encima de mi madre pero al final del día todo salió como lo planeamos.

—No llores, corazón que me haces llorar—y es así. Recuerdo que cuando se le aplico su primera vacuna llore tan fuerte que asuste a Kane, ella ni siquiera lloro, me dejo en ridículo.

— ¿Reunión familiar?—inquiere Kane bajando por las escaleras con su cabello húmedo por el sudor, ha estado entrenando para un papel y espero que lo consiga, pero si no lo hace, seré yo quien aprovechare ese cuerpo. El rubio analiza la escena y se apresura a arrodillarse junto a nosotras— ¿Que paso?

Con la cabeza le señalo la pared con líneas asimétricas de color verde fosforescente. El asiente con la cabeza y sin decir nada nos abraza a las dos, ni me da tiempo para refutar por su apestoso hedor. La bebe en mis brazos solloza más fuerte llamando a su padre, su favorito.

—Mini-Roja—Kane la arrebata se mis brazos y limpia sus dramáticas lagrimas con la yema de sus dedos. Kelly hace un puchero y le entrega el resaltador a su padre— ¿Qué hiciste?

Ella señala la pared y agacha la mirada.

— ¿Por eso lloras?—pregunta su padre a lo que ella asiente con lentitud entre hipidos.

—Mira corazón—empiezo yo ya que Kane se ha bloqueado al ver como su hija llora, no me sorprendería que el también lo hiciera—Lo que has hecho no es nada malo pero no se debe hacer, por esa misma razón hemos asignado un lugar para que lo hagas. No tienes porqué llorar, hijita, nadie te va a regañar por lo que hiciste, eres una bebe...

No

—Vale, no eres una bebe. Esto...—señalo la pared—...se puede volver a pintar ¿Esta bien? No llores más, Kelly. Mejor cuando sea la hora me ayudaras a pintar esta pared, el blanco no me gusta. Ahora dale un beso a papa que parece que va a llorar.

Ella asiente con la cabeza y enrolla sus pequeño brazos en el cuello de su padre besando su mejilla una y mil veces.

Esta es mi vida ahora, me alegra en gran manera saber que no he tomado una decisión de la cual me hubiera arrepentido para toda la vida. Cuando dije que me arriesgaría con Kane nunca pensé que llegaría a esto, casada con un rubio idiota pero maravilloso y madre de una pelirroja cariñosa. Si bien, mi vida no es perfecta, hay veces en que la depresión me golea con todo haciendo que no quiera levantarme de la cama pero ninguno de ellos dos me ha dejado desfallecer, son mi motor, son mi razón para vivir.

El arbol de la inseguridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora