Vínculos (Bakugou Katsuki x T/n)

Des-confianza

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Princesa de Eisen, el reino de hierro.

—Debimos habernos quedado un poco más a descansar, aún no estás completamente aliviado– Comente, preocupada por qué tuviera una recaída

Para mí, una mujer que debe cuidar de un bebé, sería algo difícil lidiar con un hombre que me triplica el peso ¿Cómo podría protegerle sin un arma?

—Ya te dije que estoy bien, deja de joder con lo mismo– Presumió su supuesto aguante, aunque aún podía verle el rostro un poco más pálido de lo acostumbrado, sin contar esa sudoración ligeramente mayor de lo normal.

Baje la mirada al instante en que escuche un pequeño y adorable estornudo.

—¿Que pasa? ¿Tienes frío, pequeño? Lo siento, te cubriré con mi saco— Le hablaba al pequeño que comenzaba a dar pequeños quejidos de incomodidad, el pobre tenía la nariz un poco roja y me preocupaba demasiado el que llegara a enfermar.

—Si no tuvieras ese crio no darías tantos problemas— Me hecho en cara una vez más.

—No voy a volver a discutir contigo sobre eso— Respondí ya un tanto fastidiada del mismo tema de siempre.

—¡Hey!— Exclamé al sentir caer una tela medianamente pesado sobre mi cabeza, tapando por completo mi vista

—Muévete— Mando en el momento en que pude volver a ver, solo su espalda siguiendo adelante.

Lo que había tirado sobre mi cabeza era su capa

—Gracias— Respondí, acomodando la tela roja sobre mis hombros y poder cubrir por completo al bebé, protegiéndole del frío de la mañana.

—No te vuelvas en un problema más grande ¿Escuchaste?– Asentí sin más remedio a lo que sentenció el ojicarmin

Caminamos un par de metros con tranquilidad, en completo silencio, hasta que...

—¿Qué pasa?— Pregunté preocupada en el instante en que se detuvo abruptamente.

—Alguien se acerca— Respondió observando a detalle cada centímetro y cada minúsculo sonido de nuestro alrededor.

—¿Peligro?— Cuestione, tomando el bebé en un solo brazo para desenfundar la navaja que había en mi cinturón

—Mantente detrás de mí— Mando con fiereza en el instante en que pude detectar el movimiento, alguien acercándose hacia donde estábamos.

—¿Ka...cchan?— Mi corazón preocupado se alivió al conocer al joven de pecas en las mejillas.

—¿Deku? No me jodas...— Pero pareciera que para Bakugou no era una agradable sorpresa, si no todo lo contrario.

Entonces el bebé comenzó a llorar, comencé a mecerle y hablarle para tranquilizar su llanto.

—¿____...?— Fue entonces que se percató de mi presencia.

—Eh... Midoriya ¿Cuánto tiempo sin verte?— Podía sentir el nerviosismo tragarme viva

¿Qué pensará de mí ahora? ¿Qué podría decirle yo ahora? ¡Que vergüenza!

—Ese bebé...– Señaló la pequeña luz que estaba recostada entre mis brazos, bajo la capa del hombre más temido del mundo

—No te acerques, imbécil— Le detuvo Bakugou al instante, marcándole el límite.