Vínculos (Bakugou Katsuki x T/n)

Empatía

Bakugou Katsuki
Príncipe de Drachen, reino guerrero de los dragones

Salimos temprano de la posada, la gente se acumulaba en el mercado del pueblo por el que cruzábamos en busca de provisiones para seguir con el viaje.

—¿Deberíamos comprar una manta? Así no tendrás que compartir tu capa con nosotros al dormir en el exterior— Comentó ella, observando el puesto de telas cálidas.

—No malgastes el dinero, hay que comprar comida, pañales y leche para el mocoso— Pero teníamos que ahorrar el dinero para gastarlo en cosas indispensables.

—Tienes razón...— Y ella pareció entenderlo.

—Espérame aquí— Le mande y me dirigí a aquel local

—¿Dónde estabas? Simplemente te fuiste y nos dejaste aquí— Sermoneó molesta en cuanto los volví a encontrarla

—Toma esto, cuélgalo en tu cuello y nunca te lo quites— Dije, entregándole un colgante

—¿No era este tu arete?— Cuestiono, detallando el objeto.

—Están encantados, así si llego a perderte el rastro podré encontrarte— Explique su función

—Vaya... muchas gracias, es un lindo obsequio— Respondió

—¿Obsequio? No seas tonta, con esto tengo un problema menos en el que pensar— Aclare mi verdadera intención —¿Qué?— Exclame al no entender la sonrisa boba que tenía en la cara.

—No es nada— Respondió

Con todo lo necesario salimos del pueblo, entrando de vuelta al bosque. Conocía bien esta zona por lo que no deseaba pasar más tiempo del necesario en este lugar o traería problemas.

—Cambias al mocoso de brazo con más frecuencia, estas cansada ¿Crees que no me doy cuenta?— Lo había notado desde hace algunos minutos, pero no había querido meterme

—Estoy bien— Respondió, pero en ese mismo momento volvió a cambiar de mano

Me detuve y me giré hacia ella, extendiendo mis brazos —Dámelo— Mande

—Gracias por preocuparte, pero estoy bien, enserio— Ella se negó a mi ayuda.

—¡Solo dame al mocoso!— Exclamé irritado

—Ya te dije que estoy bien, lo amarraré a mi espalda— Pero era necia

—¡Dámelo!— Sabiendo que no me lo daría por las buenas, se lo quitaría de las manos

—¡Espera! Cuidado con su cabeza, su mano, sujétalo con cuidado y...—

—¡Yo se como cargar a un crío!— Grite ofendido y molesto de que creyera que era tan estúpido, cuando tuve al mocoso dije: —Camina rápido— Reiniciando nuestro camino.

—¿Por que te cuesta tanto abrirte hacia los demás? Acaso es porque te da miedo que lo usen en tu contra y te lastimen— Me cuestiono iniciando un tonto tema de conversación.