Día 7: Secret Admirer

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DIA 7

SECRET ADMIRER

(O admirador secreto)

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Un saltito al futuro, ellos ya están casados.

Félix vuelve a casa después de un largo viaje, aunque corto de duración...

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Abrió la puerta muy despacio y sin hacer ruido, lentamente se descalzó, dejó su maleta en el suelo y se quitó el abrigo junto con la chaqueta. Fue sigiloso, y despacio, subió los escalones hacia la planta superior, contando sus pasos, recordando los obstáculos que en la oscuridad de la noche no se podían apreciar. Poco a poco se fue acercando, cauteloso, como un felino que se dispone a atacar. Metro a metro, fue ganando terreno hasta que llegó al pasillo donde podía encontrarlos a ellos. Una luz iluminaba la habitación y dentro de ella, estaba su futuro.

A unos pasos suyos, adentro, una hermosa mujer con un vientre maduro y con una niña pequeña en brazos, narraba un cuento de monstruos y de niños con rabieta.

- ...Y cuando llegó al lugar donde viven los monstruos ellos rugieron sus rugidos terribles, y crujieron sus dientes terribles...- decía su mujer, elocuentemente.

- Grrr, grrr, ¡rugidos, mamá!, ¡rugidos!- voces tiernas e infantiles le interrumpieron de inmediato.

Y Marinette alzó una mano en forma de garra y gruñó y gruñó, mientras sus pequeños niños cada uno en su cama, rugían y gruñían con ella.

- y movieron sus ojos terribles, y mostraron sus garras terribles...- ella continuó diciendo.

Marinette, su mujer, estaba de espaldas, pero él pudo apreciar cómo movía la cabeza, agitando su larguísimo pelo negro de un lado a otro, mientras la bebé que llevaba en brazos también gesticulaba y chillaba como un pequeño monstruo bebé.

- Hasta que Max dijo: «¡Quietos!», y los amansó con el truco mágico de mirar fijamente a los ojos amarillos de todos ellos sin pestañear una sola vez, y se asustaron, y dijeron que era el más monstruo de todos, y le hicieron rey de todos los monstruos...-

- ¡Un rey! ¡un rey!- interrumpió el mayor.

- Mamá, ¡yo quiero ser un rey!.- pidió el segundo.

- Mamama, dei, ¿yo?- tartamudeó la pequeña bebé.

- Que no Suzie, el rey soy yo.- rebatió el segundo.

- ¡Yo lo dije primero!-

Marinette los hizo callar con un suave siseo de sus labios y continuó narrando el cuento, gesticulando, moviéndose, y aullando si fuera necesario. Los tres pequeños la escuchaban atentamente, siguiendo la historia, viviendo como monstruos, bailando como monstruos y así, en unos minutos más, ellos cuatro despidieron al rey monstruo que volvió a su casa luego de reinar entre sus subditos.

Felix y Marinette. Felinettenovember 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora