Día 25: Dreamers

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Día 25

DREAMERS

(o soñadores)

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O lo que sucede cuando le preguntan a Félix qué es el amor.

[Ambientada muchos años en el futuro en el contexto de un final feliz, cuando ya sus hijos son adultos y el mayor desea casarse.]

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Sé que tienes dudas y que no sabes qué hacer, sé que temes al futuro y a las consecuencias de tus actos. Y en estos momentos de tribulación, aunque no puedo ayudarte, debo al menos decirte lo poco que sé. Así que te contaré la única historia de amor que conozco:

Cuando la conocí, ella lloraba por otra persona. Lloraba de amor, porque no era correspondida. Cuando la conocí, yo arruiné sus sueños y le robé sus esperanzas. Y las lágrimas que ella derramaba, quizá también las había ocasionado yo. Sin embargo quise pensar que ella se lo merecía, por ser tan soñadora, por ser tan indulgente con todos, conmigo. No siempre los sueños se hacen realidad, no siempre lo que tú esperas de la vida llega a suceder. Y en tu camino, encontrarás restos fúnebres de planes, de esperanzas, de personas que ya no están contigo pero que hubieras querido que estuvieran.

Tantos años después, estoy seguro que sus lágrimas dulces no se debían del todo a que mi primo tuviera novia. No, gran parte de su dolor era porque yo me entrometí. Los hombros le temblaban y sus manos no podían sostener la bandeja, aquel día lejano en la cafetería de un museo, en París. Y el dolor del rechazo estaba ahí en sus ojos, porque él besaba a otra y no era ella. Yo sólo veía mi obra, lo que había hecho. La ví, entonces, con los ojos a punto de explotar, con el corazón a punto de romperse.

Yo la obligué a eso, a sufrir. 

En parte, yo la obligué. 

Torcí su camino y destruí su ilusión. Y él, mi primo, el hombre al que ella quería, nunca supo de su amor. Y ese amor, el de ellos dos, fue condenado por mi mano. No me arrepentí en ese momento, y quizá muy dentro mio, no lo lamentaré nunca.

Mi padre siempre me dijo que fuera valiente, y sincero, que no mintiera, sino que fuera leal. Pero no lo fui, no podía. Tenía que sobrevivir, sobrevivir a la pena, al dolor, y nació en mi corazón, rabia e ira, y quería que todos sufrieran como yo. Y fui egoísta y me callé. No la amaba, entonces, pero la amaría después. Y el dolor que le causé reposaría sobre mi cabeza como una pesada carga, agobiándome.

Cuando la conocí, intenté hacerla sufrir a ella también. Pero debes entenderme: Marinette había grabado una declaración de su amor para mi primo, y yo lo borré antes de que él lo viera. Él nunca se enteró de nada y sin quererlo, la rechazó. Y las lágrimas de ella caían y caían, cada vez que lo recordaba, y yo no podía hacer nada para detenerla. Pero tampoco quería que él supiera de sus sentimientos. Yo tenía rencor e intolerancia en mi corazón, y determiné que él no se merecía el amor que Marinette le prometía.

Felix y Marinette. Felinettenovember 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora