17: Consecuencias

279 28 35
                                    

Aixa

-¿Qué tienes en mente?

-Hay tantas cosas que podemos compartir juntos, guapetón.

Darius acarició mi espalda y fingió pensar detenidamente lo que quería.

-¿A ti por dónde te gustaría comenzar? -pregunté cuando lo vi indeciso. Tuve que obligarme a mantener una sonrisa dichosa mientras escuchaba atentamente lo que él me decía. A decir verdad, Darius resultaba ser bastante sencillo y fácil de complacer. En sus aspiraciones no había grandes locuras o desenfreno. Mi vampiro quería tener todo aquello que se le había privado en su entrenamiento como guardián.

Y eso, solo lograba romperme más el corazón. ¿Cómo era posible vivir una existencia tan simple?
Diablos, éramos la referencia al dicho "el día y la noche". Mientras yo hubiese pedido cuanta cosa mundana cruzase por mi cabeza, él se conformaba con simplezas.

Nosotros comenzaríamos con una cuantiosa cena que debía incluir aperitivos y varias botellas de alcohol. Darius no era un gran bebedor, eso era más que obvio. Sin embargo, y de acuerdo a que estábamos haciendo las cosas que él siempre había querido me callé la boca y conseguí todo lo que él quería.

Aquella noche, después de cuidar hasta el último detalle para satisfacerlo, me arreglé con un vestido que destacaba la palidez de mi piel, y porqué no, mis senos. Yo estaba dispuesta a ser uno de los aperitivos sobre la mesa, dicho sea de paso.

Me sentí bonita y la persona más afortunada del mundo al bajar las escaleras y encontrarme de frente con el hombre que me hacia soñar cosas para las que yo no estaba hecha. Como por ejemplo la monogamia y una familia.

Darius me sonrió como si yo fuera la cosa más bonita que sus ojos azules tenían la dicha de ver.

-Siempre pensé que el color rojo te favorecía -me aduló pasando distraídamente su mano por mi cintura mientras yo sentía mariposas perreando en mi estómago. -Te ves hermosa, Aixa. Nadie creería que eres una bruja medio loca.

Sonreí dolorosamente y no porque él no supiera dar buenos halagos, aunque lo intentara, sino porque el corazón se me iba a romper en cualquier momento al pensar que en el futuro no encontraría nada ni nadie que lo superara.

Quería revivir a Livet y volver a asesinarla. ¿Como había tenido corazón o si quiera sangre en sus cochinas venas para rechazar a un caramelo como Darius?

-¿En qué piensas? -preguntó de pronto llamando mi atención. -Te quedaste callada.

Mordí con fuerza mi lengua.

-Pensaba en que me está gustando demasiado pasar tiempo contigo -el frunció el ceño y supe que había sido un error serle honesta. -No te preocupes, guapetón. Eres como una novedad en mi vida. Nunca pensé que me acostaría más de dos veces con la misma persona.

Nosotros nos sentamos en la terraza de un bonito restaurante y esperamos a que alguien viniese a atendernos.

-No sé si sentirme ofendido o halagado por tus palabras -su bonito rostro se arrugó un poco y yo quise comérmelo. 

¿Qué me detenía entonces?

Me levanté del asiento donde apenas había apoyado mi trasero y me coloqué en su regazo. Tomé sus mejillas y acaricié con mis pulgares el crecimiento de su barba.

Tan guapo. Tan mío...

-Es un halago, guapote. No quiero que te sientas presionado a... -mis tontas palabras murieron cuando él me besó. Con ganas, con ansias... casi con amor.

Ah, es que yo estaba mal de la cabeza, no tenía otra explicación.

Un sutil carraspeo enfrió nuestro momento caliente y a regañadientes nos separamos. Mi orgullo femenino se hinchó en medio de mi pecho al percibir el gruñidito de disgusto que Darius no alcanzó a ocultar de mi.

TIERRA EN EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora