7: ¿Qué tan intenso se puede poner?

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"El gran libro de la magia y accesorios.

Hechizo de magnetismo, a.k.a poción de los amantes inevitables:

Así como la tierra tiene su opuestos en norte y sur, las almas se caracterizan por presentar una polaridad similar. El norte y el sur, el este y el oeste se atraen inevitables... Agua y fuego pueden funcionar como vapor... El bien y el mal pueden congeniar...El amor y el odio pueden evolucionar para crear..."

Darius

—Te creí mejor que eso... —me levanté sin miramientos y opté por alejarme de allí.

Una vez afuera, la lluvia helada se encargó de congeniar con el frio que repentinamente cubrió mi cuerpo. Era nada más decir su nombre en voz alta, para saber que se arruinaría todo. Por eso mismo era que no la nombraba ya hacían más de cinco años, no desde que ella traicionó a su propia raza y la familia que tanto apoyo le dio.

Livet, ella era la mujer perfecta para mi, la única e irremplazable. Pero nada de eso le importó. Incluso, en su último suspiro no quiso arrepentirse.

Los recuerdos nítidos de la fatídica noche en la que acabé con su vida llegaron para torturarme una vez más y hacerme saber que no, no la había superado.

¿Asesinar a la mujer a la que le entregaste el corazón y todas tus esperanzas se supera?

"—¿Tú? —escuché que alguien gritaba desde la habitación principal de la mansión de lo Sneider. La habitación que Thara y Märco compartían. — ¡Tú lo hiciste! Esa noche... eras tu... ¡Tu asesinaste a Peter!

Me quedé quieto, con la mente en blanco sin querer elucubrar las posibles vías para solucionar ese conflicto.

<<Tu deuda de guardián del clan Sneider está saldada conmigo, Darius. Puedes marcharte en paz.>> había dicho Märco. <<Pero procura dejar a Thara y a mi hijo a salvo. Ellos no se merecen ser víctimas de las consecuencias de los actos de mi familia.>>

—¡Peter te consideraba su hija, Livet! — volvió a gritar Thara y esta vez supe que no existía marcha atrás. No para nosotros, no para ella.

Me introduje en la habitación y la imagen que encontré me secó la boca. La mujer que mi señor amaba estaba tirada en el piso y la mujer que yo amaba la atacaba implacable.

—Apártate, Darius —amenazó Livet con rabia. Me negué y ayudé a Thara a levantarse.

—No puedo dejar que hagas esto —grité de vuelta. De pronto todo era caos a nuestro alrededor. —No puedes lastimar a la mujer de mi mejor amigo. ¡A tu señora, Livet! —le recordé nuestro juramento. El motivo de ser y estar con el clan de los Sneider.

—¡Ella no es nadie!

—Te lavaron el cerebro, Livet —negué con tristeza. — Claude no va a lograr esa mierda de utopía que persigue. Livet, él está enfermo de poder.

—No lo hago por él —confesó ella con lágrimas en sus hermosos ojos verdes. Dolía, sentía mi alma arder al oírla. —¿Entiendes lo que me hizo hacerle? ¿A él, al amor de mi vida?

Como un puñal tras otro sus palabras se incrustaron en mi pecho. ¿Él, el amor de su vida? ¿Entonces en que me convertía eso a mi? En su inservible segundo plato.

Asentí en silencio y tomando una postura combativa, dejé que una amarga lagrima terminase de sellar nuestro destino.

—Sobre mi cadáver, sargento.

TIERRA EN EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora