13: Encuentros indeseables y una bruja fugitiva

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Darius

Los segundos siguientes a mi tonta respuesta, que más bien pareció una provocación, se expresaron como un largo e incómodo silencio entre nosotros dos. Ella miró fijo a mis ojos e inspiró profundamente. Luego, con una expresión fría y propia de una reina del hielo, me respondió;

—¿Una persona como yo, Darius? —cuestionó la bruja con desafío en su voz. Ella no estaba preguntando, Aixa se estaba asegurando de que yo me mantuviese fijo en la mierda que acababa de lanzarle. —Ilumíname genio, para saber cómo es una persona como yo, ya que parece que tengo una visión distorsionada de mí misma. Soy buena para un revolcón ocasional, pero no para... ¿jurarme lealtad eterna?

Apreté con fuerza la mandíbula notando que Aixa era una experta en darle otro sentido a mis palabras. Ella oía lo que su cabecita albina le pedía oír.

Y yo estaba comenzando a fastidiarme con su actitud a la defensiva. No tenía por qué ser así, mucho menos después de que nosotros nos hubiésemos enredado por culpa de su magia.

Sí, esa era la verdad de nuestro asunto. La bruja no podía utilizar eso para echármelo en la cara. Ambos habíamos cedido al magnetismo de la pócima que ella debía vender...

Si lo repetía una cantidad infinita de veces, terminaría por convencerme a mi mismo, estaba seguro.

—Olvídalo, bruja —resté importancia y seguí con nuestro camino. —No necesitamos conflictos innecesarios entre nosotros. Pelearé por ti, ganaré y me darás mi premio. Basta de comenzar a dudar en cada paso que des de tus decisiones anteriores.

Si creía que Aixa se quedaría callada y aceptaría como bienvenidas a mis palabras, pues era demasiado ingenuo para mi propio bien.

La bruja se erizó aún más. A este punto no sabía si mis palabras, cuya finalidad era la de calmarla, estaban llegando a su cerebro de manera distorsionada o en realidad yo era un imbécil para hacerme entender.

Aixa me hacía eso, me desconcertaba e incluso me ponía a dudar de mi mismo.

—¿Conflictos innecesarios dijiste? —repitió una vez más, esta vez lo sentí como si me retará a ver si tenía las bolas suficientes de continuar mosqueándola. —¿Así que decirme honestamente lo que piensas sobre mí, es considerado un conflicto innecesario? ¿Prefieres quedarte callado y "aguantar" mis conductas?

Bueno, aquí íbamos de nuevo.

—No fue eso lo que dije.

—¡Me preguntaste qué dijo Märco y yo te contesté! —insistió Aixa. —¿Qué mierda es esa de que ahora haces todo esto por amor? Aceptaste mi propuesta por qué quieres volver a estar con ella, ¿verdad?

Entrecerré mis ojos. Así que allí estaba el asunto. ¿A ella le molestaba que una de mis motivaciones a pelear y ganar fuese que volvería a encontrarme con Livet en el más allá?

Suspiré, decidido a indagar un poco más. Esperaba, por el bien de ambos, que Aixa no comenzara con una cantaleta de sentimientos confundidos y amor unilateral. Eso complicaría las cosas entre nosotros.

—Pregunté qué te sucedía solamente —esta vez modulé el tono de mi voz. —Tú sacaste a colación esa estúpida opción de echarme para atrás si me entregabas a Livet. ¿Por qué te enoja tanto si ese es uno de los motivos? Es problema mío si lo encuentro como motivación o no.

Su rostro enrojeció.

—¡Porque no quiero que me traiciones, Darius! —me gritó tan cerca del oído que pude sentir cada una de las vibraciones de sus cuerdas vocales que formaban esas palabras. —Quiero toda tu lealtad. Es importante para mi no tener dudas al momento de presentarte como el guerrero del Sabbath Casabella.

TIERRA EN EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora