[7] reflejos y georgie y payaso !vaya!

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YO HABÍA REGRESADO EN BICICLETA DE LA CASA DE BEN Y AHORA ESTABA PRACTICANDO CON MI FLAUTA, PARA DESGRACIA DE STAN, DEBO AÑADIR. Su miedo a la pintura en la oficina de su padre le hizo odiar a los flautistas. De todos modos, no es que yo sea buena. La última silla me venía bien.

Mi habitación tenía un silencio inquietante. Dejé el instrumento de plata y suspiré. Debería prepararme para ir a la cama. Me levanté y tomé mis pantalones de pijama a cuadros y una camiseta que me dieron en el Club de Francés de la escuela. Los colores combinaban horriblemente. Los pantalones rojos y verdes no combinaban con la camiseta amarilla. No me importaba, había escogido ropa al azar de mis cajones sin importarme lo que fuera.

Una vez que entré en el baño. Me fijé en mi aspecto. Mis ojos marrones, antes brillantes, estaban apagados. Tenía ojeras y mi pelo estaba ligeramente desordenado. Las cicatrices de mi cara se notaban ahora por la palidez de mi piel. Suspiré y mojé mi cepillo de dientes.

—¿Por qué crees que le gustarás a Bill? Quiero decir, mírate, eres fea—,dijo una voz que sonaba terriblemente como la mía. Miré al espejo. Mis ojos se abrieron de par en par, mi reflejo me estaba hablando pero en lugar de mi cara de sorpresa el reflejo tenía una de malicia.—Sinceramente, eres una perra asesina, matas a Georgie para que Bill se fije en ti—,escupió mi reflejo. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Parpadeé y me di cuenta de que había un payaso detrás de mí. El corazón me latía con fuerza en el pecho. Mis ojos se abrieron de par en par al darme cuenta de que era el payaso, el de la alcantarilla. Me giré para mirarlo. El payaso sonrió enfadado.

—Me alegro de verte de nuevo, Sherry Berry—,dijo maliciosamente. Gritando, abrí la puerta del baño de una patada y corrí a mi dormitorio cerrando la puerta de golpe. Me quedé sentada frente a la puerta durante 20 minutos antes de darme cuenta de que volvía a estar en silencio. Abrí la puerta con un chirrido. El payaso se había ido, gracias a Dios. Justo cuando estaba a punto de meterme en la cama sonó el teléfono haciéndome gritar. Levanté el teléfono. Más vale que esto sea bueno teniendo en cuenta que son casi las 11.

—¿Hola?—Pregunté con cautela.

—Oh, Dios mío, menos mal que has contestado, necesito tu ayuda, ven aquí—.

—¿Bill?—

—Sí.—

— Voy para allá—.

Agarré un cuchillo de mi cocina por si acaso. No tenía ni idea de qué esperar, ya que no me dijo mucho. Me recogí el pelo en una coleta mientras me acercaba. Bill estaba esperando con la puerta abierta. Me hizo pasar rápidamente.

—¿Qué pasa?—Pregunté mirando alrededor de su oscura casa.

—Georgie, el sótano. Quería esperarte porque tú también querías a Georgie.—Fruncí el ceño antes de sonreír que le importaba.

—Vamos—.Dije que él asintió, caminando hacia el sótano.

Le seguí de cerca agarrando el cuchillo en mi mano. Sí, era Georgie, pero ¿lo era? La puerta del sótano se abrió con un chirrido. Estaba oscuro y húmedo, el olor a moho me llenaba la nariz. Estornudé. Era alérgicañ al moho.

—Shh—.Bill me hizo callar. Me miró con los ojos muy abiertos.

—Lo siento. Soy alérgica al moho.—Volví a estornudar. Sus cejas se alzaron al recordar. Bajamos los escalones con Bill ligeramente por delante de mí. Cuando llegamos al quinto escalón desde el fondo nos detuvimos. El sótano estaba lleno de agua. Había un olor metálico en el aire procedente de las herramientas oxidadas.

—Tengo un mal presentimiento sobre esto—.susurré. Bill se tensó a mi lado. Miré en la dirección en la que estaba y vi a Georgie escondido.

—Lo perdí, Billy. No te enojes—.Dijo con su pequeña y adorable voz.

—Dios mío—.Murmuré al darme cuenta de lo mucho que echaba de menos a Georgie. Lágrimas silenciosas corrieron por mis mejillas.

—Yo no me enojo contigo—.Bill respiró. Su pecho subía y bajaba mientras respiraba con fuerza.

—Se fue flotando. Pero, Bill, si vienes conmigo...también flotarás—.

—Georgie—.Dije.

—Tú también flotarás Cheryl—Georgie comenzó a cantar ¡Vas a flotar! Cada vez más agresivo. La cabeza del payaso estaba saliendo del agua. El cuerpo de Georgie comenzó a desintegrarse.

—¡Bill!—Grité agarrando su hombro. El payaso se levantó y como si fuera a cámara lenta se lanzó contra nosotros. Bill me empujó hacia los escalones, él casi tropezó con mis talones. Yo caí al suelo y Bill se me echó encima. Mi cuchillo voló por la cocina tras el impacto. Yo me quejé. Bill aterrizó justo en mi espalda sacando el aire de mis pulmones.

—Ugh Bill quítate—.Gruñí.

—Lo siento—,murmuró apartándose de mí. Me di la vuelta. Bill estaba apoyado en el armario respirando con dificultad. Me tendió la mano para que la agarrara. La tomé con gusto y me levantó. Me senté junto a él contra el armario. Mi cabeza se apoyó en su hombro.

—Woah. Qué noche—.Suspiré cerrando los ojos.

—Sí, ya lo creo—.Dijo pasándose la mano por el pelo:—Siento haberte metido en esto. Si lo hubiera sabido...—

—Bill, está bien—.Le corté. Bostezo. Mis ojos se cerraron.

Un suave beso fue presionado en mi frente antes de que me desmayara completamente.

¹ 𝐖𝐄 𝐀𝐋𝐋 𝐅𝐋𝐎𝐀𝐓 | ᵇⁱˡˡ ᵈᵉⁿᵇʳᵒᵘᵍʰ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora