5. Kirumi Tojo

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El sol entrando por la ventana fue la primera vista que tuvo el peliazul al despertarse. Como cada día normal de su vida, se quedó un buen rato en su cama, hasta que gano las fuerzas para levantarse de ella.

Hizo lo que hacía cada mañana de su vida, prepararse para la escuela, y al acabar, salió de su casa, dirigiéndose inmediatamente hacia la parada del autobús.

Mientras caminaba hacia ella, sacó sus audífonos de su maleta, poniéndoselos para ir escuchando música.

Se subió al autobús, como un día normal cualquiera, mientras escuchaba su música.
Se sentía un poco adormilado, ya que la noche pasada se desveló adelantando su libro de matemáticas, para que cuando llegaran a esa parte, él ya la tuviera hecha.

Hizo su mayor esfuerzo para poder quedarse despierto, pero entrecerró sus ojos por unos momentos.

Todo estaba normal, hasta que sintió como alguien le tocaba el hombro, haciendo que se volviera a despertar.

Al alzar su mirada pudo ver a un chico de cabello verde parado al frente suyo. Era Rantaro.

Ahí es cuando recordó todo lo que había sucedido el día pasado, e incluso como ambos platicaron sobre el caso de Kaede.

El peliazul se quitó un audífono, para poder escuchar al contrario hablar.

—Lo siento, ¿te interrumpí? —preguntó el peliverde, mientras se sentaba a su lado izquierdo.

—Buenos días Amami-kun. —le respondió el otro — No, todo bien.

El chico de ojos ámbar (gracias por corregirme de que sus ojos son ámbar y no azules) se quitó el otro audífono, para luego guardarlos de vuelta en su mochila.

—¿Dormiste bien? Te veías bastante cansado. —volvió a preguntar.
—No dormí demasiado... —balbuceó el peliazul —con suerte no quedaré dormido entre clases.

El contrario a este se quedó callado un momento, como si estuviera pensando en algo.

—¿Por qué no duermes un poco en lo que llegamos a la casa de Akamatsu-san? —sugirió.
Shuichi se silenció por un momento.

—Supongo que eso es mejor a que quedarme dormido en clase... —se murmullo a sí mismo, pero lo suficientemente alto para que el contrario lo escuchara.

El peliverde sonrió mientras ponía su maleta a su izquierda.

—Ven —le dijo en lo que sujeto su cabeza con su mano izquierda.

—¿Eh?

El chico de ojos esmeralda utilizo su mano para recostar la cabeza del contrario en su hombro.

—Duerme un rato, yo te despierto cuando ya nos tengamos que bajar. —le murmulló, todavía sin quitar su mano de su cabeza.

—P-Pero, ¿no te molesta?
El contrario negó a su pregunta con su cabeza.

—Solía hacer esto con mis hermanas menores a cada rato, así que estoy acostumbrado a que se queden dormidos en mi hombro. — el confesó.

El otro simplemente no dijo nada y decidió quedarse así, ya que su sueño lo estaba traicionando. Se acomodó un poco en el hombro del contrario y se quedó dormido.

Al quedarse dormido, el peliverde quito su mano de su cabeza, dejándolo descansar por un rato.

Durante el viaje, se quedaba viendo a la ventana, profundo entre sus pensamientos, e incluso viendo alrededor, viendo que tanto había cambiado Japón desde que se marchó.

Cien promesas [ ♥︎ ]  - SaimamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora