7. Kiibo

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—¿No podemos hablar aquí? —preguntó el peli-azul al contrario, el cual ya es estaba alejando de este.

—Hablar aquí no es seguro. Nos estamos arriesgando mucho al hablarlo aquí —explicó mientras paro de caminar para observar al detective —; de hecho, nos estamos arriesgando muchísimo solo con hablar sobre esto.

Su mirada era entre neutral y seria, algo que Shuichi jamás había visto, pues el chico frente suyo solía ser bastante calmado.

Estaba confundido y quería respuestas. Respuestas, sobre todo. Pero decidió esperar a que el otro le explicase por lo menos la mitad.

—Entonces, ¿en donde platicamos? —preguntó mientras se acercaba al peli-verde.

El otro se quedó callado pensando por un momento.

—Mierda... —se murmulló a sí mismo.

Luego hubo otro silencio por un momento. Rantaro miraba hacia el suelo, como si estuviese buscando una respuesta en sus zapatos.

—Hay dos opciones —dijo el peli-verde, ganando la atención del contrario —. Hablamos después de la escuela en el camión. El único problema es que el camión estará lleno de personas, lo cual es un problema. O nos escapamos de la escuela ahora mismo y vamos a el parque. Es hora de clases así que no habrá demasiada gente.

El detective se quedó pensando un momento sobre ellos. ¿De verdad era algo tan importante? ¿Por qué quería que nadie escuchase sobre ello?

Pero este mismo entendía un poco la situación. Amenazaron a su compañera de clase con la muerte. Drogaron a tres personas en la fiesta y Rantaro actuaba raro.

Así que el entendía lo privado que tenía que ser esa conversación. Aunque no le gustaba nada la idea de escaparse de clases.

—Está bien, escapemos. —dijo el peli-azul.
—Bien. Vamos por nuestras cosas.

Ambos chicos se fueron corriendo hacia el vestidor para cambiarse a sus uniformes lo más rápido posible.

Al terminar, volvieron a correr hasta su aula para recoger sus maletas.

Con la mayor discreción posible, fueron hasta atrás de la escuela para escaparse por la puerta trasera. Por suerte, nadie los atrapó y ambos chicos lograron escabullirse de la escuela.

El camino hacia el parque era silencioso. Nadie se atrevía a decir algo, ni si quiera Shuichi, el cuál era el que tenía más dudas.

Por una parte, estaba agradecido con el contrario, pues este decidió contarle en vez de ocultárselo.

Pero, por otra parte, estaba asustado. No tenía ni la más mínima idea del porque su amigo estaba involucrado en algo sí.

Prefirió no preguntar sobre tal tema hasta que el contrario le contara.

Al llegar al parte vieron como este estaba vació, pues era horario de escuela y todos los adolescentes y padres con niños estaban ocupados en aquel momento.

Al ver esto, Rantaro dio un suspiro de alivio. Ambos chicos pudieron sentir la carga de emociones en tal respiro.

El peli-azul se sentó en una banca cercana, haciendo que el contrario se sentase a su lado.

Nadie dijo nada por unos minutos, pues ambos estaban tratando de pensar en las palabras correctas para hablar. Después de un par de minutos, el silencio fue interrumpido por el peli-verde.

—Junko Enoshima —susurró, ganando la atención del detective. —. Clase 77, la modelo definitiva.

El otro solo se quedaba callado mientras observaba el cabello del contrario.

Cien promesas [ ♥︎ ]  - SaimamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora